El Eco [EE]: ¿Es posible producir un mundo mejor desde la institución?
Ana María Saavedra/ Luis Alarcón [AMS/LA]: Es posible producir transformaciones (artísticas, sociales y políticas) desde la institución; para ello la institución debería correr el riesgo de asumir una posición y un discurso pro pensamiento crítico, el que deberá traducirse, curatorial y materialmente, dentro y fuera de ella. El adentro casi siempre es espacio ganado, pero no hay que confiarse: mantener una posición así siempre será difícil. El afuera es fundamental, pues se trataría de conectar dicha práctica (des elitizar, contaminar el arte) a los contextos: articulándose con personas y organizaciones no vinculadas al propio campo del arte (lo que tampoco es fácil de mantener y profundizar en el tiempo). En síntesis, zonas en disputa (con un adentro y un afuera) que requieren de tenacidad, densidad, intensidad y eficacia.
[EE]: ¿La autogestión contracultural se opone a la institucionalización y la
profesionalización?
[AMS/LA]: La autogestión contracultural debiera trabajar estratégicamente en una relación de tensión crítica con las múltiples instituciones; juego estratégico que se desmarca del oportunismo y que se da desde la autonomía del pensar y el actuar. El objetivo será mantener el mayor grado posible de libertad de acción para la transformación artística, social y política. Un espacio auto gestionado, alternativo y/o independiente puede llegar a institucionalizarse, sin lugar a dudas, en especial si su modus operandi deviene un modelo de acción. El procedimiento, por tanto, será asumir dicho proceso de institucionalización (que conlleva normalmente un alto proceso de profesionalización), manejándolo ética y (auto) críticamente desde el auto sabotaje, que comparece como el antídoto necesario contra la domesticación y la normalización.


[EE]: ¿Qué modelos de existencia y gestión estamos inventando? ¿Qué modelos ya inventados nos sirven hoy día?
[AMS/LA]: Después de conocer una infinidad de experiencia o iniciativas de corte autogestionado o independiente, podemos decir que siempre hay un grado de originalidad en cada una de ellas. Se repiten elementos, formatos, dispositivos, posturas etc., pero siempre hay algo que las diferencia a una de otra. Lo fascinante, podemos conjeturar, estaría dado por ser lugares donde todavía se está creando o inventando algo en el arte, cuestión que no es menor. Dentro de esa infinidad de espacios, muchos han devenido modelos de acción, lo que los convierte en referentes a los cuales se puede recurrir en cualquier momento para pensar un lugar propio: La Panadería en la CDMX, Capacete en Río de Janeiro, Galería Chilena, Hoffmann’s House en Santiago, Espacio La Culpable en Lima, H-10 en Valparaíso, más un largo etcétera, son ejemplos emblemáticos. La amplia gama y renovación permanente de espacios alternativos o autogestionados habla de su fragilidad (abren y cierran de un día para otro) y de su capacidad de adaptación y resistencia ante la precariedad. Es bueno señalar que, en el marco de un actual boom de espacios autogestionados, alternativos o pymes culturales, no basta con inventar un dispositivo novedoso de exhibición y difusión de artistas y obras. Si no hay discurso crítico y/o lugar de enunciación auto reflexivo para la acción más allá del arte, todo se quedará clausurado en esa perversa máquina llamada ‘sistema del arte’ que usufructúa de los espacios “indie” y que, de un momento a otro, los absorbe o disuelve sin consideración alguna.
[EE]: ¿Qué estructuras organizativas distinguen a la autogestión?
[AMS/LA]: Si pensamos en el inicio de un espacio auto gestionado, en primer lugar se destaca la capacidad para entregar respuestas inmediatas a los desafíos que aparecen desde un primer momento. Luego está la competencia para superar dichos problemas en base a operatorias low-fi, trabajar con presupuesto cero o con lo que se tiene a mano. A esto se suma las relaciones personales y las redes de colaboración que construyen estructuras livianas y flexibles, que les permiten sortear problemas de diversa índole, evitar o desmontar la burocracia en todas sus formas, para devenir espacio liberado para la generación de acontecimientos artísticos.

fotografía de Danny Reveco.

[EE]: ¿Qué pueden aprender las instituciones de los espacios autogestionados y viceversa?
[AMS/LA]: No todas las instituciones están interesadas en aprender de los espacios autogestionados. Las que están dispuestas es porque piensan su trabajo como generación de pensamiento visual y crítico. Desde esa suerte de autoconciencia institucional, la idea sería repensar sus dinámicas, adoptando modalidades de acción que liberen y/o desburocraticen las prácticas del arte. Una institución así no solo debería pensar en aprender (o recuperar recursos) de los espacios alternativos; debería también apuntar a generar posibles alianzas (permanentes o coyunturales) de trabajo con ellos.
Los espacios alternativos autoconstruyen su pragmática, parten de “cero”, por lo que deben aprender a hacer uso de todos los instrumentos disponibles que se “ofrecen” tanto en el sistema del arte como el social. Hay que recordar que en el origen de los espacios alternativos está la figura de la falta de espacios y la crítica a las instituciones del arte, por inoperantes y/o decadentes. Una posible alianza de trabajo entre un espacio independiente y una institución formal -lo que ya es una anomalía- dependerá de múltiples factores, tales como una alta dosis de flexibilidad ideológica y una apuesta compartida que apunte a desmontar aquellos poderes legitimantes clausurados sobre sí mismos, característico del estado actual del arte.
[EE]: ¿Para qué contexto, para quién gestionar la cultura?
[AMS/LA]: Para nosotros, como espacio, es fundamental la relación con el territorio, por lo mismo se gestiona la cultura desde esa localidad que, paradójicamente, ha permitido nuestro actual devenir deslocalizado, tanto en términos regionales como globales. En otras palabras, esa localización ha sido la base de la diseminación de nuestro trabajo, que se ha traducido últimamente en acciones intercontextuales que nos han permitido activar la cultura más allá de nuestras fronteras.
[EE]: ¿Qué bienes culturales estamos creando? ¿Para qué usuarios, espectadores, públicos?
[AMS/LA]: El artista contemporáneo es un pensador visual, su trabajo (obras, imágenes, textos, acciones, etc.) se traduce en pensamiento y conocimiento único. El artista inicialmente crea para sí mismo, luego su público normalmente son los mismos artistas, curadores, críticos, estudiantes de arte, directores de instituciones, coleccionistas, ya sea privados o públicos. A esto se suman los espectadores no especializados, que se acercan al arte de manera esporádica, intermitente, y con distintos niveles de comprensión y compromiso. Luego, viene la gran mayoría que, aparentemente, no tiene necesidad del arte. La apuesta será producir arte (objetos culturales u acontecimientos) que vaya más allá del sistema del arte, sus especialistas, públicos cautivos y mercados, apuntando a servir de instrumento (pedagógico o no) para la activación de zonas de democracia cultural, pensamiento crítico y deseo de arte y cultura.

[EE]: ¿Es posible la experimentación desde la institución?
[AMS/LA]: Claro que es posible la experimentación desde una institución; hay ejemplos notables de esa política (MACBA en Barcelona, El Eco en el DF y, en su período inicial, el Museo de la Memoria y los DDHH en Santiago de Chile) pero, no es la norma. ¿Qué hacer? Seguir insuflando desde el margen (lugar que ocupan normalmente los espacios alternativos) críticas, ideas y ejemplos de cómo hacer del arte un eje perturbador-transformador de la existencia humana.
Esta entrevista a Ana María Saavedra y Luis Alarcón, fundadores de la Galería Metropolitana en Santiago de Chile, se realizó en el marco del encuentro internacional Manifiestos para la Experimentación, celebrado en el Museo Experimental el Eco de 27 al 31 de octubre de 2015. Y se publicó en Ana María Saavedra/ Luis Alarcón (Ed.), Galería Metropolitana 2011-2017…, Santiago de Chile, 2017, pp. 8-11.
Todas las imágenes son cortesía de la Galería Metropolitana.