Visitas

Exposición
26 octubre, 2012
Visitas
Gabriel Acevedo Velarde
Octubre 26, 2012 – Enero 27, 2013
Curaduría: Paola Santoscoy

Para el Museo Experimental el Eco, Gabriel Acevedo Velarde realizó dos piezas nuevas: Visitas y Rumberos del ayer (2012). Ambas apelan a la construcción de espacios visuales y sonoros posibles, donde las complicidades y las preguntas por el objeto del arte trascienden el tiempo presente. Se trata de un video de dos canales y una pieza sonora. Se puede decir que ambas se articulan a partir de una colección de referencias históricas y personales que convergieron-conversaron en este espacio. Si imaginamos cada una de estas referencias como puertas que se abren hacia otros tiempos y lugares, estamos entonces frente a algo parecido a un tendido de líneas en el cual se conectan declaraciones artísticas, posiciones políticas y afectos. Líneas sinuosas cargadas de memoria, de convulsiones rítmicas, y ensoñación que funcionan como pasajes para la construcción de otra dimensión cuyo recorrido ⎯muy delirante⎯ podría ser más o menos así:

Un cabaret. Los años cincuenta en México, el mambo y el chachachá por vía de la escena musical en Cuba. Pérez Prado y Beny Moré. Este último toda una figura: cubano de fluida voz de tenor que coloreaba y fraseaba elegantemente, conocido en su círculo como el príncipe del mambo o el bárbaro del ritmo. Vivió en México en los años cincuenta y actúo en el cabaret Río Rosa en la colonia Roma, y en el Macao, que se dice frecuentaban exiliados, estudiantes y peloteros cubanos. En esa época, al Eje Central le llamaban el Broadway mexicano por todos los teatros que allí se ubicaban: el Bagdad, el Mil y una Noches, El Río, Cervantes, La Carpa México, El Margo (hoy Blanquita), Follies y el Cabaret Estambul. Mucho exotismo orientalista en los nombres , ¿no es así? El cabaret como un espacio de identidad propia, de construcción de mundos posibles mediante el baile, uno de los impulsos vitales del ser humano. El baile como liberación y postura política desde el cuerpo, desde los sentidos. Mutualidad y complicidad como punto de inicio para cualquier tipo de agencia individual o colectiva. Rumberos del ayer. Beny Moré canta en omenaje a los músicos famosos ya fallecidos; una familia convocada mediante la música: “Qué sentimiento me da / Cada vez que yo me acuerdo / De los rumberos famosos…”

Un filme expresionista alemán: El gabinete del Dr. Caligari (1919): la historia de la “reaparición moderna de un mito del siglo XI en el que un monje tiene una extraña y misteriosa influencia sobre un sonámbulo”. Esta película muda es considerada la primera película psicológica de horror que explora el lado oscuro del ser humano: lo sobrenatural, la locura, lo monstruoso, lo inexplicable. El inigualable diseño de sets exageradamente distorsionados logra construir un espacio mental en el cual se desarrolla la historia; los personajes se nos presentan turbados; arquitectura y psique son aquí una sola cosa. Cesare, el sonámbulo, es la figura que mantiene la pregunta suspendida en el aire sobre lo que está ocurriendo. Alguien que no está dormido ni despierto, está en un estado de trastorno somnoliento, de modo que su relación con el mundo está mediada. Sus acciones nos hacen pensar una cosa, para después hacernos cuestionar todo lo que está frente a nosotros: no sabemos bien a bien quién es quién, quién está cuerdo y quien no, y qué está ocurriendo exactamente. Es este sonámbulo entrañable el asesino, la víctima del Dr. Caligari o un interno en el hospital mental. Hay violencia en el despertar. Y si siempre hay algo irresuelto en los sueños, algo de confusión somnolienta que ocurre entre los círculos temporales de la vigilia y el sueño, ¿qué puede significar el despertar en este contexto?

Las vanguardias históricas y el periodo de posguerra de la segunda década del siglo XX; la abstracción geométrica y la no figuración como una postura radical ante la historia; imposible dejar fuera los trayectos recorridos por estas ideas y personas. Hablar desde las migraciones y los exilios, desde la circulación de sentido: resonancias modernistas en distintas latitudes. En Rusia, el surgimiento del suprematismo como movimiento artístico enfocado a las formas geométricas fundamentales al que estaban asociados artistas como El Lissitzky y Kasimir Malévich. La representación del universo sin objetos. Un estado intermedio entre la pintura y la arquitectura. De los dos, Malévich era el enloquecido profeta y El Lissitzky su alumno y pionero del constructivismo, para quien el arte podía ser un agente de cambio social: “La creación orientada a un objetivo”. La vida misma. En Alemania, el pintor y cineasta alemán Hans Richter y sus filmes abstractos de cuadrados blancos flotantes realizados entre 1921 y 1923 titulados Rhythm; Oskar Schlemmer y su ballet triádico como la figura “válvula de escape” de la Bauhaus. Esta última sin duda un referente importante para entender a Mathias Goeritz; en México esta tendencia se expresó en El Eco. Volvemos a los años cincuenta. Un museo experimental, la interdisciplinariedad como el centro de una escultura habitable. Un bar dentro de un museo materializado a petición de Daniel Mont, mecenas de El Eco. Espacios de socialización.

Mathias Goeritz y su Manifiesto de arquitectura emocional (1954): “El arte en general, y naturalmente también la arquitectura, es el reflejo del estado espiritual del hombre en su tiempo. Pero existe la impresión de que el arquitecto moderno, individualizado e intelectual, está exagerando a veces ⎯quizá por haber perdido el contacto estrecho con la comunidad⎯, al querer destacar demasiado la parte racional de la arquitectura. […] Sólo recibiendo de la arquitectura emociones verdaderas, el hombre puede volver a considerarla como un arte.”

En su libro Los sueños y el tiempo (1955), la filósofa española María Zambrano declara: “Toda vivencia forma parte de una serie, más bien de un sistema del que forman parte otras alejadas en el tiempo. El pensamiento, sentir o impulso que pasó inadvertido, la imagen que palideció antes de concretarse, se revelan y aún arrojan su significación cuando aparece otra que las llama: el pasado que yacía y que resucita cuando algo que era su futuro se hace presente ⎯lo que constituye el fondo de lo que se llama experiencia⎯.” A esto le llama “la no sincronización”. Es desde la potencia de esta no sincronización que Acevedo Velarde decidió articular este proyecto. El artista eligió parecer como Cesare, el sonámbulo, en una suerte de vuelta performática que funciona como una irrupción cadenciosa de un estado de ánimo y un tiempo que pareciera no tener nada que ver con la abstracción geométrica. En Visitas, una bailarina de ritmos afrocaribeños anima una escenografía moderna que sirve de representación del espacio mental, donde la historia aparece como rastro fenomenológico experiencial. La bailarina tiene dos cámaras fijadas al cuerpo, una en cada cadera, de tal modo que las cámaras registran el movimiento de su cuerpo dentro de este set construido por el artista. La aparición de un momento de sensualidad y libertad, algo especial para los europeos que en los oscuros años de la guerra y la reconstrucción parecía deseable pero dramáticamente lejano. Una invitación al presente. Por medio de este giro que bien podríamos entender desde la hospitalidad, Acevedo Velarde se coloca en un lugar de movilidad simbólica, en el que también hay espacio para invocar otras preguntas, entre ellas, creo, la pregunta por la peruanidad.

Lima es una ciudad de bruma gris. Ahí está mucho de su encanto: esa bruma que viene del mar, del horizonte, y que pareciera no dejar ver claramente algo en el paisaje, es también un respiro. Los vestigios del pasado sembrados en medio de la ciudad aparecen de manera inesperada al dar la vuelta en una calle, desde la vista de un edificio, al final de una cuadra (sin duda algo no tan alejado de México donde el artista vivió también durante muchos años). Las huacas aparecen como indicios de las negociaciones constantes entre la grandeza de un pasado precolombino y el presente de un país que lucha por recuperarse de los años de violencia que comenzaron en la década de los ochenta por el conflicto armado entre Sendero Luminoso, el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, grupos paramilitares y el Estado peruano. Todo para decir que tal vez hay algo de esto que se filtra a las Visitas entre los silencios y movimientos de cámara. Entre más delirante, mejor.

En su obra Acevedo Velarde crea espacios culturales y situaciones que se dirigen hacia el reconocimiento del otro como un punto de partida para cualquier crítica social o política. Desde esta red de articulación en la escala del individuo y el entorno, la muerte se convierte en un espacio de comunión no localizable en un solo tiempo y lugar. Las visitas del más allá, los muertos de Beny Moré, etcétera, pero sobre todo la otredad. Quien mejor explica esto es el propio artista: “de hecho, recientemente pienso que lo único que de verdad existe es el vacío en el que podemos reconocernos; primero, a nosotros mismos ⎯pues no somos nada más que el espacio vacío entre las cosas que necesitamos en lo más íntimo⎯ y después, al resto, al otro sexo, al otro cultural.”

Lo que se fue quizá no se haya ido del todo. Sean bienvenidas las visitas.

Paola Santoscoy

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Gabriel Acevedo Velarde (Lima, Perú, 1976). Este artista se mueve entre distintos medios ⎯dibujo, animación, video, escultura, sonido⎯, terrenos geográficos, históricos y simbólicos. Sus obras son parábolas visuales de las estructuras humanas y sociales atravesadas por el contexto del que provienen y en el que se enmarcan, invetigando las instancias en que nuestra experiencia de objetos y situaciones resultan en la materialización de límites o fronteras. Entre sus exposiciones individuales destacan: Quorum Power (Museo Carrillo Gil, México D.F.), Cone Flow (Modern Art Museum at Fort Worth), Art pieces (Galería Arratia Beer, Berlín) y Fotocopias de 1999 (Galería Leme, São Paulo). Ha participado en las siguientes exposiciones colectivas: Trienal de Guangzhou, Auto-Kino (un proyecto de Phil Collins, Temporäre Kunsthalle, Berlín) Bienal de Lyon, Bienal de São Paulo, entre otras. Gabriel Acevedo Velarde es representado por la Galería Leme, São Paulo.

El artista desea agradecer a Juana Ramírez, Kasha Bittner y Yutaka Makino.


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