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Los Hartos (otra vez)

Exposición
El Eco
5 marzo, 2014
Los Hartos (otra vez)
Marzo 5 – Junio 1, 2014
Curaduría: Mauricio Marcin

El 30 de noviembre de 1961, un grupo autodenominado Los Hartos, inauguró una exposición en la Galería Antonio Souza de la ciudad de México. La exposición pretendía permanecer en exhibición hasta el 20 de diciembre de ese mismo año, pero por diversas situaciones acontecidas durante la noche de inauguración, la muestra se vio reducida a esa noche y no tuvo vida posterior, sino como un rumor del mundo del arte capitalino.

Lista de Contribuyentes, Fondo Documental Mathias Goeritz, Instituto Cultural Cabañas.

Durante la inauguración, Los Hartos distribuyeron un impreso que fijó su posición estética y ética.

Manifiesto “Estamos Hartos”, Fondo Documental Mathias Goeritz, Instituto Cultural Cabañas.

Mediante una selección de documentos y fotografías –custodiados por el Instituto Cultural Cabañas A.C. en el Fondo Mathias Goeritz– se conforma la exposición Los Hartos (otra vez), la cual se exhibe en el Archivo Vivo del Museo Experimental el Eco, en el marco de la exposición Desafío a la Estabilidad. Procesos artísticos en México, 1952-1967, que se celebró en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, UNAM; de marzo a agosto del mismo año.

Los Hartos (otra vez), Museo Experimental el Eco, 2014. Fotografía: Rodrigo Valero Puertas.
Los Hartos (otra vez), Museo Experimental el Eco, 2014. Fotografía: Rodrigo Valero Puertas.

La muestra Los Hartos (otra vez) se compone también (además de la exhibición física de los documentos relativos a Los Hartos) de una publicación bilingüe (español e inglés) que extiende los alcances de divulgación.


La pretensión de esta exposición —y de este volumen que la extiende— es llenar de memoria un espacio. De tal modo que podamos traer del pasado los seres hacia nosotros, haciéndolos entrar en nuestra vida.
Estos signos intentan –buenaventura– traer su espíritu a este instante. Reaparecen entonces Los Hartos. O el eco de Los Hartos. Sin resaltar las ínfulas propias de lo nuevo ni la pátina de lo viejo.

Primer acto

¿Qué hicieron Los Hartos entonces? Establecieron una confrontación internacional que se concentró en los sucesos de una noche y tuvo escasas y borrosas secuelas. Esa noche de 1961 publicaron su desacuerdo en contra de “la atmósfera artificial e histérica del llamado mundo artístico, con sus placeres adulterados, sus salones cursis y su vacío escalofriante”.

Los Hartos se quejaron, se quejaron, se quejaron y fueron no poco contradictorios. Aún hoy, su solo hartazgo es potencia transgresora, en un mundo “artístico” donde se elude toda polémica con obediencia o silencio y los debates parecen organizarse para asentir.

Denunciaron las miserias del mundo y no quisieron lastimar a nadie, ni ofender a nadie, pero aún así vieron cómo el huevo de la gallina Inocencia era lanzado a la pared por la pintora surrealista que pudo haber pensado en inventar con su gesto la primera pintura hecha con huevo de gallina estrellado.

Hoy ya nadie se escandalizaría por un huevo que se exhibe en una sala de museo, nadie lo arrojaría contra los muros. Más bien produciría tedio y aburrimiento y es que hemos colocado todas las baratijas posibles en esos lugares.

Hoy en día nadie se escandaliza por los huevos del inmenso mercado producidos por gallinas sin picos inyectadas con innúmeras hormonas: granjas de cultivo de mocos.

Esa noche de 1961 ya había terminado la segunda guerra mundial y el frío de la guerra aún se sentía. Eran épocas de confusión (¿pero será siempre así?). La mierda brilla como el oro y las heces desprenden fragantes perfumes.

El escándalo late.

¿Cómo rescatar entonces la potencia transgresora del hartazgo sin abonar al enaltecimiento de la personalidad, o peor, aún, a una proliferación del carisma y las auras de fascinación que los objetos emanan con ayuda de la publicidad?

¿Qué cree que es un cuadro? -dijo Picasso- ¿Un objeto de salón? No, es un arma de combate.

Los Hartos (otra vez), Museo Experimental el Eco, 2014. Fotografía: Rodrigo Valero Puertas.

Segundo acto

En julio de 1959 Jean Tinguely hace arrojar por la ventana de un avión sobre la ciudad de Düsseldorf millares de copias de un manifiesto que escribió y tituló Für Statik. Escribió Tinguely:

“Todo se mueve continuamente. La inmovilidad no existe. No se sometan a la influencia de caducos conceptos del tiempo. Olviden las horas, segundos y minutos. Acepten la inestabilidad. Vivan en el Tiempo: Sean estáticos – con movimiento. Por una estática del momento presente. Resistan la ansiedad temerosa de arreglar lo instantáneo, de matar aquello que está viviendo.

Paren de insistir en “valores” que no pueden más que desmoronarse. Sean libres, vivan. Paren de pintar el tiempo. Paren de evocar al movimiento y al gesto. Ustedes son movimiento y gesto. Paren de construir catedrales y pirámides que están condenadas a caer en la ruina. Vivan en el presente; vivan una vez más en el Tiempo y por el Tiempo – por una maravillosa y absoluta realidad.”

Ocho meses después, el 17 de marzo de 1960, Jean Tinguely exhibió su trabajo “Homenaje a Nueva York” por primera y última vez en el jardín de esculturas del Museo de Arte Moderno de Nueva York, el cual consistió en una máquina construida para pintar y autodestruirse, que de algún modo está precedida por la máquina para pintar que Alfred Jarry puso en manos del Aduanero Rousseau.

La máquina de Tinguely estuvo hecha de objetos desechados y basura, incluyendo ruedas de 80 bicicletas, partes de motores antiguos, un piano, tambores de metal, un carrito de niño y una bañera esmaltada y brillante. Gran parte del material fue recogido en vertederos de la ciudad de Nueva Jersey. El dispositivo elaborado, recién pintado de blanco, fue impulsado por 15 motores controlados por 8 temporizadores. Dado que las distintas secciones se pusieron en movimiento, las piezas clave de la estructura fueron serruchadas, amartilladas y fundidas de manera que después de pintar cuadros abstractos por sí misma, tras 30 minutos, la máquina se desmoronó al suelo consumida por las llamas.

Los Hartos (otra vez), Museo Experimental el Eco, 2014. Fotografía: Rodrigo Valero Puertas.
Tercer acto

Durante la breve existencia de la antes mencionada Meta-Matic de Tinguely en el jardín de esculturas del MoMA, Mathias Goeritz se introdujo al vestíbulo del edificio con un fajo de fotocopias. Podemos suponer sus pasos serenos o dubitativos por el museo y sus amplias galerías. Mientras camina, casi sin expresión, distribuye de mano a mano las fotocopias en las que se lee una súplica en inglés: Please Stop!

¡POR FAVOR PAREN!

¡PAREN las llamadas bromas “profundas” de la estética! ¡PAREN de aburrirnos con otro ejemplo de egocéntrico arte popular! ¡Todo esto se está convirtiendo en pura vanidad!

Hoy es Jean Tinguely quien nos quiere hacer creer que su HOMENAJE A NUEVA YORK nos dirige hacia una “maravillosa y absoluta realidad”. Pero descubrimos que no ha sucedido nada desde los momentos decisivos de Dada. Sigue siendo la misma miserable, neurótica realidad que afortunadamente nunca se hizo absoluta. No es verdad que lo que necesitamos es “aceptar la inestabilidad”. Esa es de nuevo la vía fácil. ¡Necesitamos VALORES ESTÁTICOS!

Por supuesto que es difícil creer, ya que DIOS fue declarado muerto. Se volvió más fácil vivir sin DIOS, sin catedrales, sin amor. La inconformidad es más fácil de enfrentar que a la Biblia; la vulgaridad funcional más fácil que las catedrales; el sexo más fácil que el amor. Y –como la vía fácil se puso de moda- todo nuestro arte moderno se encuentra en una triste situación.

Es un hecho que el hombre no está hecho solo para racionalizar. El hombre está también hecho para creer. Cuando el hombre cree, también se vuelve capaz de hacer obras más importantes. ¡Necesitamos fe! ¡Necesitamos amor! ¡Necesitamos a DIOS! ¡DIOS significa vida! ¡Necesitamos las leyes definitivas y los mandamientos de DIOS! ¡Necesitamos catedrales y pirámides! ¡Necesitamos un arte mayor, significativo! No necesitamos otra fácil autodestrucción.

¡Sean consecuentes! ¡Honren la tradición de Hugo Ball! Sigan adelante y den el decisivo, el más difícil paso del HOMBRE NUEVO de Huelsenbeck: ¡De Dada – a la fe!

Podemos imaginar a Goeritz contemplando a la máquina que se consume en llamas, podemos imaginarlo mirando a Tinguely a los ojos y entregándole su manifiesto. Podemos también imaginar a Goeritz siendo echado del lugar por los vigilantes del museo.

¿A quién incomoda?

Los Hartos (otra vez), Museo Experimental el Eco 2014. Fotografía: Rodrigo Valero Puertas

Cuarto acto

Dos meses después de escribir y distribuir el manifiesto, Goeritz realiza una exposición en París y publica un nuevo manifiesto, en el que depura sus críticas y las expande.

Comprendan finalmente que se trata de una lucha del ARTE-PLEGARIA contra el arte-mierda.
Dense cuenta que: El arte-mierda es cualquier cosa;
la moda del instante,
es el erotismo aburrido e impotente,
la propaganda escandalosa del surrealismo intelectual y materialista,
el egocentrismo consciente o subconsciente,
la broma lejana a la profundidad, la lógica y el espíritu sofisticado,
el funcionalismo vulgar,
la pretensión del racionalismo,
la autodestrucción mecánica o individual,
la luna conquistada,
el cálculo decorativo,
es toda la pornografía divertida y caótica del individualismo,
la glorificación del ego,
la crueldad,
la vanidad y la ambición,
la violencia,
el bluf y –la mierda misma.
EL ARTE-PLEGARIA, es todo lo contrario.
Es la pirámide,
la catedral,
el ideal,
el amor místico o humano,
la abundancia de corazón,
la imagen de nada y de todo,
la lucha contra el ego y por DIOS,
la rebelión de Dada contra la incredulidad,
el sol que jamás se alcanza,
la crucifixión de la vanidad y de la ambición,
la ley interior de la fe,
la forma y el color como expresión de la adoración,
la monocromía metafísica,
la experiencia emocional,
la línea modesta que crea el mundo de la fantasía espiritual,
la belleza irracional y absurda del canto gregoriano,
el servicio y la consagración absoluta; esto es el ARTE.
Esto es la ORACIÓN.
Durante años hemos sido perseguidos por montañas de arte-mierda. Éste se encuentra dentro de las galerías oficiales y particulares, dentro de las casas elegantes y los museos.
¡Please STOP!

Intermedio

Se abre un paréntesis entre el pasado y nuestros días durante el cual se suceden hechos inenarrables.
En algún punto de ese paréntesis Jean Tinguely coge una tarjeta de presentación y un plumón con tinta roja y escribe:

Tarjeta personal de Jean Tinguely enviada a Mathias Goeritz. Fondo Documental Mathias Goeritz, Instituto Cultural Cabañas.

Guarda su adhesión dentro de un sobre blanquecino para enviarla por correo hasta nuestros días: un moderno pasaje.

Quinto acto

Reaparecen, ahora en 1974, Los Hartos para tirar una fiesta. Sí, una fiesta de las que ya no se usan.

Convidan al evento mediante una invitación impresa que envían a sus conocidos y en la cual se quejan (¿ahora con frivolidad?):

Estamos hartos de que usted no nos visite…
De que nuestras relaciones sean tan lejanas…
De que nos veamos sólo en el plano profesional…
De que haya tan poco contacto entre nosotros…
De que nos tratemos tan solemnemente…
Por eso, ¡vamos a romper con todas esas formalidades!
Lo invitamos a una Noche Mexicana para celebrar nuestro…

XIII Aniversario

que es hasta noviembre pero nos vale gorro. Queremos reunir a las niñas más bonitas, a los clientes más antipáticos, a los amigos más encajosos, a los periodistas más argüenderos y a todos los que les caigamos bien (o mal) en una Magna e Ilustre Celebración de Nuestro Grito de Dolores (¡que si los hemos tenido!) para festejar 13 años de hacer publicidad independiente, buena y bonita, aunque le pese al mundo.

De esa fiesta publicitaria no quedan rastros ni migajas. Han pasado de denunciar el vacío al grito de Dolores. ¿Quiénes son estos hartos? ¿Están confundidos?

Los Hartos (otra vez), Museo Experimental el Eco, 2014. Fotografía: Rodrigo Valero Puertas.
Los Hartos (otra vez), Museo Experimental el Eco, 2014. Fotografía: Rodrigo Valero Puertas.
Sexto acto

Hasta aquí la representación de Los Hartos bajo la premisa de que su descubrimiento puede producir en nuestra época –hoy todavía– los mismos efectos en una existencia que el descubrimiento de Epicuro para un ateniense del siglo III antes de Cristo, es decir, una revelación.

Quizás, los terrores del pasado –con sus campos de concentración– sean ocasión para pensar no sólo los horrores cometidos en ellos, sino también todas las formas posteriores de terror, sobre todo las formas posteriores de terror. Tal vez Los Hartos hoy, todavía, nos descubran energías revolucionarias y éticas que permitan criticar el vacío de nuestro momento, escondido tras las glosolalias de la vanguardia y la idea.

¿Hay espacio para el hartazgo en la era robótica? ¿Cómo ganar espacio para la oración y lo irracional en la era de la eficiencia y la velocidad? ¿Quién sabe?

Quizás esta reposición (a modo de exposición) sea indeseable, un error. No quisimos hacer mal a nadie. Ni turbar su ánimo con este eco.

Mauricio Marcin

Los Hartos (otra vez), Museo Experimental el Eco, 2014. Fotografía: Rodrigo Valero Puertas.

El Museo Experimental el Eco agradece al Instituto Cultural Cabañas A.C. el préstamo de los documentos mediante los cuales se realiza la exposición.


Los Hartos (otra vez)