Bitácora del desdibujamiento de un pito
Mauricio Marcin*
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Para la flamante inauguración de la galería La Chinche en la Zona Rosa de la ciudad de México, Jerónimo Rüedi, mendocino acelerado, resolvió preparar una obra de doble estirpe: natural y artificial.
Dispuso en la breve galería un jardín compuesto por un cactus que en México se conoce popularmente con el nombre de órgano o chilayo.
La forma vertical del órgano que se eleva a los cielos aparecía custodiada por un par de cactáceas también, una a cada costado del órgano, de la familia astrophytum myriostigma, comúnmente conocidas como bonete de obispo, birrete de obispo o gorro de obispo cuyo origen es mexicano. Los bonetes de obispo tienen un parentesco formal evidente con la prenda religiosa: su tallo es globular y se divide en gajos por cinco o cuatro costillas que semejan los cuatro picos o cuernos de los sombreritos católicos. Su color es a veces verde, a veces grisáceo y ciertamente en eso no se asemejan; es sabido que los birretes de obispo gozan el mismo color que el amaranto,
un género de hierba perteneciente a la familia amaranthaceae que crece abundantemente en el trópico americano y en otras regiones templadas. El amaranto es sujeto de una discusión taxonómica contemporánea que pretende relocalizarla: los clasificadores debaten si debe ser tratada como semilla, como verdura, como cereal o como planta ornamental. Los debates son acalorados y las investigaciones que los sustentan exquisitos. Todos coinciden en que su color es de gran belleza.
Las tres plantas del breve jardín, miradas bajo cierta óptica, ofrecen en conjunto la forma de un falo. Claramente, el órgano que se eleva a los cielos remite al pene y los bonetes de obispo, redonditos, a los testículos. La última porción del órgano goza la misma forma cónica que el ancho glande.
La galería que contiene al jardín es tan pequeña que nuestros cuerpos no pueden ingresar en ella.
Las plantas han visto su universo reducido a una vitrina y la lluvia no las nutre más. ¿Morirán pronto?
2
Las plantas son obra de la naturaleza, los jardines son artificios. ¿Es el jardín de Jerónimo una obra de arte? ¿Una obra de arte inacabada y continua? Recuerdo la sentencia que sugiere que la obra humana se presenta con mayor vigor donde menos interviene el llamado artista.
El órgano y los bonetes de obispo acusan el encierro. Están notablemente deprimidos por su aprisionamiento entre los vidrios de la galería. Entre sus cuerpos y el mundo median unos barrotes transparentes. Su vida acontece dentro de una triste vitrina que los expone y los cosifica. Pienso en los testículos del obispo en castidad.
Sobre uno de los vidrios de la galería alguien ha dibujado un pito que se superpone con exactitud a las formas de las cactáceas de tal modo que ahora la figura fálica aparece duplicada a la vista del peatón. ¿Quién lo habrá dibujado? ¿Un borracho en un momento de lucidez? ¿Quizás el propio Jerónimo Rüedi, en un falso gesto de vandalismo con un marcador permanente y con un solo trazo, sin gracia ni pomposo gesto?
Pensé en el dibujo del miembro sobre el vidrio como la firma de una obra. O como el sello sobre cualquier documento burocrático. Imaginé la boda del obispo que nunca se realizará y la noche de bodas.
Alguien ha dibujado un pito en el vidrio de la galería La Chinche y este testimonio lo mete a bitácora. Damos fe.
3
El jardín mengua. El órgano ha adelgazado en su parte superior y lo que antes parecía glande ahora semeja un champiñón pútrido. Los testículos del obispo, pobres. La figura del jardín –más fálica antes– no coincide ya con el pito dibujado por el borracho. Ello sugiere al mismo tiempo movimiento (de las plantas) y estatismo (del dibujo).
A pesar del decrecimiento del jardín los transeúntes son atraídos por él y por breves instantes se detienen y observan el fluir de la vida y continúan su camino para ingresar en un tugurio colmado de humo seco irrespirable. El jardín disputa la atención de la gente con el gigantesco escaparate de la tienda erótica adjunta que exhibe consoladores superlativos, lubricantes, olisbos y otros simulacros de los miembros. Harta parafernalia sexual para todo género.
Nadie está al frente del planeta. Los decibeles en la Zona Rosa a las tres de la tarde en la banqueta son insoportables y ciertamente hay quien encuentra belleza en Sodoma.
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El champiñón pútrido o glande se desprendió del cactus y cayó al suelo del terrario donde reposa inerte. Era previsible el acontecimiento pues las condiciones de luz y temperatura, la exigua superficie y la escasez de agua parecen adversas a su crecimiento.
5
La capacidad de adaptación de las cactáceas es sorprendente. Se recuperan lentamente aprovechando la primavera. El órgano ha robustecido su tronco y la cicatriz del desgajamiento de su parte superior ha sanado con poco esfuerzo. Los huevos del obispo están hinchados en todos sus gajos. El glande caído de
la planta madre ha echado raíces, reproduciéndose de forma asexual. Se desarrolla con autonomía recordando la genética que lleva en sus carnosidades. Pienso en el glande del obispo que se desprende de su pene mientras reza. El glande, fantástico, comienza a crecer hasta adquirir la forma del obispo. Algo como la duplicación de los panes o los dones.
6
Para no alargar innecesariamente esta crónica adelantaré que los bonetes del obispo han florecido. Es extraño sin duda pues estas plantas suelen florecer abundantemente en verano. La flor amarilla apareció por la tarde sin que nadie la mirara y se cerró por el anochecer. Los dos testículos del obispo florecieron al mismo tiempo. Dos coronas amarillas como halos de santidad. Dos luces flotantes.
Alguien borró el dibujo del pene del cristal de La Chinche.
* Este texto aparece en la publicación La Chinche (2014-2015): una recopilación de materiales, documentos y entrevistas que conforman La Chinche en ambas versiones, la de 1979 y la de 2014. En la primera parte se leen las dos entrevistas a los fundadores de la mítica galería La Chinche (1979- 82), ubicada en la Zona Rosa de la Ciudad de México, Pedro Friedeberg y Xavier Girón. En la segunda parte hay textos relacionados con las exposiciones que se presentaron en una vitrina ubicada en la misma zona como parte de la programación anual del Museo Experimental el Eco en 2014.

Terrario con tres cactáceas.
La Chinche en Amberes, Zona Rosa; Museo Experimental el Eco, 2014.
Fotografía de Guillermo Rosas Sánchez.

Terrario con tres cactáceas.
La Chinche en Amberes, Zona Rosa; Museo Experimental el Eco, 2014.
Fotografía de Guillermo Rosas Sánchez.

Terrario con tres cactáceas.
La Chinche en Amberes, Zona Rosa; Museo Experimental el Eco, 2014.
Fotografía de Rodrigo Valero Puertas.
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Jerónimo Rüedi (Mendoza, 1981). Estudió pintura y escultura en Argentina y España. Después de concluir sus estudios se enfocó principalmente en la pintura y en los últimos años colabora constantemente con artistas de diversas disciplinas que han nutrido su propio vocabulario visual, el cual emerge de las intersecciones entre pintura, video y el análisis espacial.
Actualmente finaliza una residencia de tres meses en la Oficina de Arte en la Ciudad de México. Vive y trabaja en la ciudad de Berlin, Alemania.