El lobo se llamaba Denis
Begoña Inchaurrandieta*
El lobo se llamaba Denis. Vivía en el bosque de los Falsos Sosiegos. Carente de ferocidad, manso y vegetariano, de pelaje negro y grandes ojos rojos, tenía la costumbre ingenua de observar a los impacientes enamorados que se internaban en la espesura del bosque.
Boris Vian
Sobre el trabajo de Christian Camacho se lee en su página web que “el uso de materiales cambiantes y la recurrencia de la abstracción actúan dentro de la práctica como recordatorio de todo lo que persiste sólo por relaciones: ideas que no pueden reflejarse sin ser traducidas, alteradas o negadas.” La obra sucede a partir de la óptica del espectador, en relación con un momento determinado de interpretación “y la idea de una expectativa fragmentaria como el conducto a través del cual lo menor y lo mayor activan su diferencia.”
Al responder a la invitación que le hizo el Museo Experimental el Eco para participar en La Chinche, Camacho realizó una obra concebida para la muy pequeña galería en la que mediante micas que desvían el espectro lumínico para esconder y develar un mensaje. El mensaje consistía en un número celular mediante el cual el artista invitaba a los parroquianos de la pizzería Kemi y a la animada concurrencia de la calle Amberes a marcar el numero que aparecía sesgado en la vitrina.
La Chinche está inmersa en una fiesta perpetua por la que circula una concurrencia de muy distinta índole: borrachos, galanes, menores, chacales, dealers, ancianos cachondos, chichifos, adefesios varios, policías, cortesanos, galanes de medio pelo… una galería de personajes extravagantes —o no—, que pueden provocar cualquier paranoia imaginable.
Camacho se aventuró a dar su propio número de celular, arriesgando a que desde las 5 de la tarde hasta el filo del amanecer su teléfono sonara sin parar en busca de algo. Ese algo sería la lectura de un poema al aventurero… Así se cerraba la relación del artista con el público. ¿Quién estaría interesado en marcar ese número? ¿Qué esperaba el artista al lanzar esta provocación?
El experimento duró un mes y parece que la respuesta de tan variopinta congregación no fue la esperada. El teléfono no sonó… (casi)
El artista lanzó un desafío con un evidente deseo de transgredir, sin embargo como en el lobo de Vian la figura del doble aparece y reaparece, como un motivo narrativo inverso: lobo e ingenuidad; hombre y maldad. No un lobo cualquiera, sino un lobo pacífico y culto que quería leerle poemas a todos esos enamorados que andaban fiesteando por el bosque…
Muchas preguntas surgen de este experimento:
1) En los tiempos que corren hay cierto temor de caer en un engaño: ¿El celular será un señuelo y voy a caer en una extorsión? ¿Me van a grabar y a chantajear después? ¿La información de mi teléfono será abducida y salen mis trapitos (o salgo sin trapitos) y se entera todo el mundo?
2) Cómo despertar la curiosidad de las personas en un contexto callejero: ¿Debe ir una invitación a una aventura acompañada de una imagen explícita o una frase procaz? ¿La gente realmente se fija en lo que pasa a su alrededor?
3) De todas las posibles respuestas a una llamada a un celular desconocido: ¿Merece la pena gastar mi crédito por un poema? ¿Qué tan largo es el poema? ¿Quiero oír un poema?
Lo que seduce de la pieza de Christian Camacho es su propuesta de mirar hacia fuera, de esperar algo, de que a pesar de todas las alertas no podremos saber que pasará después. Que cada momento de la vida es lo inesperado. Que lo que hace a la obra es lo que no ha previsto y que ese suceso puede ser más intrigante al saberse perdido. Puede que lo que no suceda sea superior a lo visto…
Ya ni modo, ¡ellos se lo perdieron!
* Este texto aparece en la publicación La Chinche (2014-2015): una recopilación de materiales, documentos y entrevistas que conforman La Chinche en ambas versiones, la de 1979 y la de 2014. En la primera parte se leen las dos entrevistas a los fundadores de la mítica galería La Chinche (1979- 82), ubicada en la Zona Rosa de la Ciudad de México, Pedro Friedeberg y Xavier Girón. En la segunda parte hay textos relacionados con las exposiciones que se presentaron en una vitrina ubicada en la misma zona como parte de la programación anual del Museo Experimental el Eco en 2014.

Película de seguridad reflejante sobre vidrio, con número teléfonico impreso.
La Chinche en Amberes, Zona Rosa; Museo Experimental el Eco, 2014.
Fotografía de Rodrigo Valero Puertas.

Película de seguridad reflejante sobre vidrio, con número teléfonico impreso.
La Chinche en Amberes, Zona Rosa; Museo Experimental el Eco, 2014.
Fotografía de Rodrigo Valero Puertas.

Película de seguridad reflejante sobre vidrio, con número teléfonico impreso.
La Chinche en Amberes, Zona Rosa; Museo Experimental el Eco, 2014.
Fotografía de Rodrigo Valero Puertas.

Película de seguridad reflejante sobre vidrio, con número teléfonico impreso.
La Chinche en Amberes, Zona Rosa; Museo Experimental el Eco, 2014.
Fotografía de Rodrigo Valero Puertas.