La Chinche – Alejandro García Contreras

Exposición
4 julio, 2014

Jesus Grunge!
Gabriel Escalante*

In her place one hundred candles burning,
As salty swet drips from her breast.

Her hips move and I can feel
what they ́re saying, swaying,
They say the beast inside of me ́s
gonna get ya, get ya, get… yeah.

Love you to death / Type O Negative


El estéreo estaba encendido, seguía su camino Hawkwind, sólo esperaba que no hubieran gatos perturbados por el instrumento de Lemmy Kilmister. Así, me adentré la primera vez en el estudio de Alejandro García Contreras (Chiapas, 1982). Encendimos una Chicharrita (una hija de La Chinche) [sic] y seguimos conversando sobre sus viajes y experiencias de los últimos años en el Via Crucis del poblado de Carrillo Puerto, y de su amistad con Lloyd Kaufman, célebre director e irreverente fundador de Troma Films.

Conocí su trabajo a mediados de la década pasada, y siempre me pregunté sobre el origen de sus imágenes, de sus obsesiones e intereses. La obra me resultaba cercana, diría familiar. Su pintura se nutrió en gran medida por expresiones de arte popular: motivos, temas, materiales y colores, están tomados —y por él luego transformados— de las celebraciones y fiestas tradicionales del sureste mexicano. Su acercamiento a las manifestaciones plásticas del pueblo responde a la identificación con una forma de cultura más que un acondicionamiento externo y sobreimpuesto. Su mundo esta poblado de música, leyendas, historietas, poesía popular, películas, animales y juguetes; su trabajo utiliza elementos similares, si bien con una simbología y una vida propias. Reitera las imágenes de sus composiciones iniciales, aunque alejado de cualquier asomo de monotonía, experimentando variantes y reinterpretando modelos esenciales, sin desprenderse nunca de la misma temática obsesiva.

En un momento entendí que crecimos viendo los mismos programas, las mismas películas, las mismas caricaturas. El canal 5 no llegaba a Chiapas a finales de los años 80, sin embargo el canal de Guatemala repetía y surtía la programación que fue insigne para toda una generación que creció viendo Mask, G.I. Joe, los Transformers, Rambo, Karate Kid, las Teenage Mutant Ninja Turtles, o series como La Bella y la Bestia o Viajeros en el Tiempo (la cual nunca pude terminar de ver, y que pensaba el protagonista jamás volvería a su presente; hecho que me fue aclarado por Contreras al confirmarme que la serie en efecto terminaba con la abierta asunción que jamás volvería). Con esa misma obsesión por el recuerdo, con la memoria, me relacione aún más con su trabajo; existe también en el un impulso libre y pleno de sensualidad, que lo identifica con temas de la cultura popular, los cuales asimila naturalmente. A esto añadiríamos la incorporación de los mitos, fantasías y recuerdos de su propia infancia y juventud.

La pieza de Sodoma no sólo es interesante por el alto nivel de factura y solución que presenta; el origen y contenido de la obra forma parte de una serie de trabajos alrededor de arquetipos bíblicos, y fue ésta la que Contreras escogió para presentar un argumento que acotara diferentes niveles de lectura. Su instalación es, una delicada escultura de porcelana frente a un pequeño mazonite pintado al óleo. Es pues, un formato con el cual Contreras ha empezado a experimentar, como un dispositivo que formalmente se construye de varias obras y se presenta como una pieza, misma que trabaja sobre una base o un ground of working [1].

Sodoma resulta un sutil comentario sobre el contexto y el momento actual de la situación social y política del país; compartiendo la crítica social, y la idea de representar mediante esta enigmática escultura, la arraigada presencia de la muerte en la vida cotidiana; la intensidad en la concepción y el mórbido uso del color le permite dotar a sus figuras de esa combinación que oscila entre alegría, patetismo y profundo misterio.

* Este texto aparece en la publicación La Chinche (2014-2015): una recopilación de materiales, documentos y entrevistas que conforman La Chinche en ambas versiones, la de 1979 y la de 2014. En la primera parte se leen las dos entrevistas a los fundadores de la mítica galería La Chinche (1979- 82), ubicada en la Zona Rosa de la Ciudad de México, Pedro Friedeberg y Xavier Girón. En la segunda parte hay textos relacionados con las exposiciones que se presentaron en una vitrina ubicada en la misma zona como parte de la programación anual del Museo Experimental el Eco en 2014.

Alejandro García Contreras, 2014
Sin título, óleo sobre madera y figura de cerámica.
La Chinche en Amberes, Zona Rosa; Museo Experimental el Eco, 2014.
Fotografía de Rodrigo Valero Puertas.
Alejandro García Contreras, 2014
Sin título, óleo sobre madera y figura de cerámica.
La Chinche en Amberes, Zona Rosa; Museo Experimental el Eco, 2014.
Fotografía de Rodrigo Valero Puertas.
Alejandro García Contreras, 2014
Sin título, óleo sobre madera y figura de cerámica.
La Chinche en Amberes, Zona Rosa; Museo Experimental el Eco, 2014.
Fotografía de Rodrigo Valero Puertas.
Alejandro García Contreras, 2014
Sin título, óleo sobre madera y figura de cerámica.
La Chinche en Amberes, Zona Rosa; Museo Experimental el Eco, 2014.
Fotografía de Rodrigo Valero Puertas.


La Chinche – Alejandro García Contreras