Ritual sonoro

Performance
25 octubre, 2019

Hatillo, 31.3.82

Lieber Mathias!

wir haben uns enorm über die guten Nachrichten von Dir durch Carla + Roger gefreut!! Wie schön wäre es, si coincidimos alguna vez en N.Y.  ̶  Wir haben vor in N.Y. eine Schlaf-Wohn-Küche mit Klo zu kaufen, um die zukünftigen Aufenthalte, 3 Monate im Jahr, billiger zu machen und nicht auf Freunde angewiesen zu sein.  ̶  Wie wir hören, bist du weiterhin mehrmals im Jahr in Israel. Wie verläuft Dein dortiges Projekt? Ich würde so gerne etwas detailliert hören, wie das Projekt ist, und die anderen?!

Ich habe fest vor, sehr bald nach Mexiko zu kommen, um etwas länger mit dir persönlich reden zu können. Ich trete im Moment in neuen Experimente auf der Stelle. Technische Probleme halten den physischen Teil auf. Nichts ist frustrierender, als wenn man nach so viel Planung dauernd in der rein physischen, technischen Ausführung kleben bleibt. Ich haben einen Horror davor von irgendwelchen Industriezweigen in der technischen Ausführung abhängig zu sein,   ̶  die Dinge aus dem Atelier holen  ̶  

aus meiner unmittelbaren Umgebung und ständigem acceso a cualquier hora. Vielleicht bin ich zu oldfashion. Shit! Ich bin jedoch trotz allem optimistisch den Schlüssel zu finden. Den komischen Stempel schenkte mir letztes Jahr ein Indianer im Amazona-Gebiet, nachdem er seinen ganzen Körper serial damit mit Gallapfeltinte bedruckt hatte. Faszinierender Bodyart. Er druckte die Samen auf ziegelrotem Buoto + Wildschweinfett-Untergrund, mit dem er sich zuerst einrieb. Fantastisch.  ̶   Wir hoffen Dich sehr bald zu treffen und talk our heads of!!

Sei umarmt von uns beiden

Jorge

***

Hatillo, 31 de marzo de 1982.

¡Querido Mathias!

¡Nos dio un gusto enorme enterarnos por Carla + Roger de tus buenas noticias! Qué lindo sería si coincidimos alguna vez en N.Y.  ̶  Nosotros estamos planeando comprar en N.Y un cuarto para dormir, con cocina y baño, para hacer más baratas las estancias ahí, 3 meses al año, y no depender de los amigos.  ̶  Según supimos, sigues estando varias veces al año en Israel. ¿Cómo va tu proyecto allá? Me gustaría saber con más detalle cómo es el proyecto, ¿y los otros?! Tengo la firme intención de ir muy pronto a México para poder hablar más largamente contigo. Yo, por el momento, no avanzo en mis nuevos experimentos. Problemas técnicos detienen la parte física. Nada es más frustrante que, después de tanta planeación, quedarse atorado constantemente en la ejecución meramente física, técnica. Me da horror depender de cualquier rama industrial en la ejecución técnica   ̶   sacar las cosas del estudio    ̶  y de mi entorno inmediato y del constante acceso a cualquier hora. Quizá soy muy oldfashion. ¡Shit! A pesar de todo, soy optimista en cuanto a que encontraré la clave. El sello raro me lo regaló el año pasado un indígena en la región del Amazona [sic], después de haber impreso su cuerpo con él de manera seriada con tinta de gallarita. Fascinante bodyart. Aplastó las semillas contra un fondo color rojo ladrillo de buoto + grasa de jabalí, con el que primero se había untado. Fantástico.  ̶  ¡Esperamos verte muy pronto y talk our heads of!!

Recibe abrazos de parte de los dos,

Jorge

¿Cómo detonar relaciones significativas entre las historias ocultas de los objetos y un sentido de sito-especificidad?

Esta historia comienza una mañana de 2015, con la historiadora del arte, curadora y crítica Carla Stellweg visitando el museo y trayendo consigo un paquete envuelto. Un regalo para Mathias Goeritz de parte de un amigo en común que por una u otra circunstancia no logra entregarle, y que, habiendo fallecido ambos, mantenía aún bajo su resguardo. Una fascinación especial inundaba la mañana y bajo este halo misterioso, abrimos el paquete, el cual contenía una carta redactada a mano en alemán, un inhalador y dos tallas pequeñas de madera de un hermoso color café oscuro. Sin duda en aquel momento, una línea adyacente a la historia hasta ahora conocida de la vida de Mathias Goeritz se estaba descubriendo ante nosotros. 

Fue entonces que entendimos que los objetos de este regalo no entregado constituyen un puente común entre aquellas dos personas fallecidas y nuestro mundo, nuestra “dimensión terrenal”. 

A partir de ello, Jesús Cruz Caba, diseñador del Museo Experimental el Eco propuso hacer tangible la conexión existente entre los orígenes, las historias y las temporalidades diferentes de este regalo en una experiencia común. Una experiencia para honrar la amistad de dos personajes que mantuvieron una relación ahora resguardada en aquellas pertenencias. Piezas entendidas como seres silentes depositarios de sabidurías impregnadas por el tiempo, compuestos así por una energía eterna transmutable. Con estas ideas, eligió las tallas de madera y reinterpretando su riqueza formal, desarrolló un alfabeto. Esta es una entrega simbólica del mismo, con la cual honramos / sellamos / expandimos la unión entre estas dos personas que murieron sin lograr hacerlo. 

En cuanto a esta pareja de tallas de origen Yanomami, son un tesoro en sí mismo. Son pequeños, uno tiene una sola cara esculpida, mientras que el otro lleva esculpidas las dos. Han sido elaborados en una madera oscura dejando ver –como mencionamos antes– hermosos tonos ocres. Es probable que estas inscripciones sean complementarias, lo cierto es que dan pie a una integración entre abstracciones geométricas y un desarrollo tipográfico alusivo a un lenguaje milenario perdido, misterioso y revelador de un mensaje cifrado. Dicho esto, se comportan como un recurso para elaborar una declaración visual con una gráfica que reivindica su origen, procura su legado y afirma una defensa –oportuna, pertinente y a la vez sutil– por aceptar, tolerar y comprender mejor otras modos de entendimiento del mundo. Si bien su mensaje original se encuentra en un limbo, su reinterpretación se dispone como una revelación de gratitud por constituirse como puente físico entre los mundos que giran a su alrededor. El de las dos personas, las épocas, las geografías, las cosmogonías y las implicaciones de una actualidad que reclama espacios saludables, justos y dignos de cohabitación entre todas y todos. Estos sellos son entidades comportando una esperanza para co-crearse y reinventarse en una nueva historia, una visión o bien, una honra a la convergencia de cualquiera de aquellos aspectos. 

Esta reconstitución tipográfica y sonora es un ofrecimiento que incluye un acto sonoro en vivo en colaboración con los artistas Carlos Olvera a.k.a. Vegan Cannibal y Esteban Aldrete. Una ocasión única convertida en un “llamado” que atraviesa capas en el tiempo de nuestra esfera cotidiana, visita las esferas de nuestros sueños y de nuestros experimentos más aventurados para volver entre nosotros al final de octubre, mientras bailan revividos nuestros muertos.

[…] Los chamanes simplemente decimos que estamos protegiendo la “naturaleza” como un todo. Defendemos los árboles del bosque, las colinas, las montañas y los ríos; sus peces, animales de caza, espíritus y habitantes humanos. Incluso defendemos la tierra de la gente blanca que está más allá y a todos los que viven ahí. Estas son palabras de nuestros espíritus y son nuestras. Los xapiri son verdaderos defensores del bosque y nos brindan su sabiduría. Al hacerlos bajar y bailar, nuestros mayores siempre han protegido toda la “naturaleza”. Y nosotros, que somos sus hijos y nietos, no queremos vivir en las sobras del bosque. En su tierra, la gente blanca ya taló casi todos los árboles. Solo conservan unas cuantas parcelas de bosque que encierran con bardas. Me parece que ahora tienen la intención de hacer lo mismo en nuestra tierra. Pronto ya no quedarán más animales de caza ni peces ni viento ni frescura en estos restos de bosque enfermo con ríos lodosos. Todo el valor de crecimiento del bosque habrá desaparecido. Los xapiri no quieren vernos viviendo en restos del bosque, sino en un bosque vasto e incólume. No quiero que mi pueblo viva en los despojos del bosque o que nos volvamos despojos de seres humanos. 

A diferencia de la gente blanca, no nos comemos el bosque y su tierra. Nos alimentamos de sus animales, de sus peces, de la fruta de sus árboles, de la miel de sus abejas y de las plantas de nuestros jardines. Así saciamos el hambre de nuestras esposas e hijos. Así es muy bueno. ¡No puedes llenarte la barriga desbrozando y quemando todo el bosque! Eso sólo atrae a Ohiri, el espíritu del hambre, y a los seres devorahombres de las epidemias, nada más. Si maltratamos el bosque, se volverá nuestro enemigo. Los ancianos blancos del pasado ya destruyeron una gran parte de esto cuando siguieron las palabras de Yoasi, quien puso la muerte en nuestro aliento. Hoy, sus hijos y nietos deben finalmente escuchar las claras palabras de Omama, quien creó al bosque y a los xapiri para defenderlo. Lo que la gente blanca llama “la protección de la naturaleza” en realidad somos nosotros, la gente del bosque, quienes hemos vivido bajo la cubierta de sus árboles desde el principio de los tiempos. Pero el pensamiento de los buscadores de oro y de los ganaderos es el de seres malignos. Nunca dejan de llamarnos ignorantes e inútiles pero, al contrario de lo que creen, probablemente nos falta mucho menos conocimiento que a ellos. Tenemos amistad con el bosque porque sabemos que los espíritus xapirit son sus verdaderos dueños. La gente blanca sólo sabe cómo abusar de él y echarlo a perder. Destruyen todo en el bosque —la tierra, los árboles, las colinas, los ríos— hasta dejar el suelo desnudo y con un calor abrasador, incluso hasta morirse de hambre. Nosotros, por el contrario, nunca morimos de hambre en el bosque. Sólo morimos por los humos epidémicos xawara de la gente blanca en nuestras casas. 

Cuando realmente comencé a defender el bosque, unos amigos blancos me invitaron a Brasilia para entregarme lo que llaman un premio. Había muchos de ellos mirándome y escuchando mis palabras. Querían oír lo que tenía que decir un hijo de los habitantes del bosque. Sabían que estaba enojado con los buscadores de oro que se devoraban nuestra tierra. Después de mi discurso, me dijeron que estaban contentos de haberme escuchado. Así, ellos volvieron más sólidas mis palabras y esto ayudó a que se difundieran más allá de lo que antes hubiera podido. Probablemente también se les ocurrió que, con este premio, los buscadores de oro dudarían en matarme. Así que me protegieron de la muerte. En esos tiempos, mi sendero para salir del bosque aún era angosto. Lo hicieron más amplio y me dieron el valor para luchar. Mis palabras siguieron multiplicándose y se fortalecieron. Comenzaron a ser escuchadas por gente blanca que vive en tierras cada vez más distantes. Así que, a los que me habían dado este premio, les dije que estaba contento de recibirlo, pero que al mismo tiempo estaba triste porque mi pueblo estaba muriéndose. También les dije que, aunque este premio tuviera gran valor para la gente del bosque, era más importante que la gente blanca hiciera que este valor viviera en su pecho. 

Pero son muchos los que siguen ignorando lo que decimos. Aunque nuestras palabras a veces lleguen a sus oídos, siguen cerrados sus pensamientos. ¿Será que sus hijos y nietos puedan oírlas algún día? Entonces se dirán a sí mismos que estas palabras dicen la verdad, que son claras y certeras. Verán lo hermoso que es el bosque y entenderán que sus habitantes quieren seguir viviendo ahí, igual que sus mayores antes que ellos. Se darán cuenta de que no fue la gente blanca quien creó al bosque ni a sus habitantes y que, una vez destruido, sus gobiernos no podrán traerlo de vuelta a la vida. Si por fin la gente blanca se volviera más sabia, mi mente podría tranquilizarse de nuevo y ser dichosa. Me diría para mis adentros: “¡Esto es bueno! La gente blanca encontró algo de sabiduría. Finalmente se volvieron amigos del bosque, de los seres humanos, de los espíritus xapiri”. Entonces mis viajes llegarían a su fin. Habría hecho más que suficiente hablando lejos de mi casa y habría llenado de sobra pieles de papel con los dibujos de mis palabras. Sólo de vez en cuando iría a visitar la tierra de los blancos. Les diría a mis amigos de ahí: “¡Ya no me llamen con tanta frecuencia! Sólo quiero volverme un espíritu y seguir estudiando con los xapiri. Sólo quiero tener más conocimiento”. Entonces me escondería en el bosque con mis mayores para beber la yãkoana hasta que ésta me volviera muy delgado una vez más y me olvidara de la ciudad».

Fragmento tomado del capítulo “The Spirit of the Forest”, del libro de Davi Kopenawa y Bruce Albert, The Falling Sky: Words of a Yanomami Shaman, Harvard University Press, 2013. 


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