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En una exposición de sus pinturas y esculturas en la Galería de Arte Mexicano, en 1949, Mathias Goeritz conoció a Daniel Mont. En el contexto de esa inauguración fue que Mont realizó uno de los ofrecimientos más arriesgados y singulares para la carrera del artista de origen alemán. Según lo que Goeritz refiere en diferentes relatos, Daniel Mont se acercó a ofrecerle un terreno en las calles de Sullivan, en la Ciudad de México, y una cuadrilla de trabajadores para que hiciera “lo que le diera la gana”. Goeritz replicó que él no era arquitecto y que eso sería un problema, a lo cual Mont respondió que justo era esa la razón por lo cual quería que fuese él quien llevase a cabo tan especial empresa.
Poema Plástico, Museo Experimental el Eco, 1953. Marianne Gast. Torre Amarilla, Museo Experimental el Eco, 1953. Marianne Gast.
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Al no ser arquitecto, Goeritz decidió generar un sistema propio de construcción y planeación que lo ayudara a comprender esa obra, no como un edificio, sino como una escultura habitable; esta diferencia aclararía en el futuro por qué Goeritz y Mont nunca quisieron entender ese lugar como una sala de exposiciones convencionales, ni como un salón aséptico de museo. Todo estaría relacionado de tal manera que, según palabras de Goeritz, el lugar tuviera “la emoción” como principal función
La Serpiente, Escultura de Mathias Goeritz, 1953. Armando Salas Portugal.Ballet experimental de Walter Nicks, Patio del Museo Experimental el Eco, 1953. Marianne Gast.
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Goeritz introdujo una escultura de metal que identificó como “estructura base”, la cual representaba una serpiente. Ésta ayudaría
a darle escala al patio y serviría de marco para el ballet que se presentaría en el lugar. Dicha serpiente fue motivo de reflexiones muy amplias y, al igual que otros elementos del museo, en el futuro formaría parte del legado modernista del país: años después, la estructura de la serpiente se convertiría en el logotipo del Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México.