VOLUMEN EMOCIONAL
Sistemas corporales
Alberto Gutiérrez Chong
Septiembre 13, 2023 – Enero 14, 2024
Curaduría: David Miranda
El eco es el término que refiere a un fenómeno acústico que ocurre cuando una onda sonora se refleja en una superficie y regresa como una repetición que nos ayuda a identificar las dimensiones y características de un lugar más allá de nuestra mirada. Para Mathias Goeritz y Daniel Mont, artífices de los fundamentos del Museo Experimental el Eco, dicho fenómeno funcionó para crear una metáfora de los efectos sociales que el arte podría producir para la sociedad moderna. El Eco fue imaginado entonces como un lugar de exposición y resonancia del campo del arte “abierto a las inquietudes artísticas del mundo actual”, tal como se mencionó en el Manifiesto de Arquitectura emocional escrito por Goeritz en 1953. La arquitectura emocional se enfoca en cómo se pueden generar “reacciones sensibles” en los individuos y cómo se crean conexiones significativas con el entorno, y en este caso, para los creadores de El Eco, la principal función de dicho espacio debería ser producir “emoción”. ¿Pero qué podemos entender por emoción? Siguiendo la lógica de las vanguardias artísticas, la emoción es el resultado de la experiencia vivida a partir de un suceso en una suerte de “interés expectante” cuando nuestra experiencia estética aún no ha sido codificada por un sistema específico y mantiene su substancia como un misterio que nos hace saber más de nuestra circunstancia en tanto la experiencia de nuestros sentidos. A partir de esta idea podemos aludir a lo que el filósofo Edmud Burke definiera como “lo sublime” y que en este caso se define a partir de formas irregulares y espacios con contrastes de iluminación que, al ser recorridos por sus visitantes producen un matiz de inquietud ante lo que no tiene una lógica funcional utilitaria, ya que su forma arquitectónica fue concebida desde la idea de una escultura habitable y transitable que se activa con las propuestas de los artistas que participan de ello.
Según el artista y docente Alberto Gutiérrez Chong (Ciudad de México, 1951) el espacio transitable es una condición arquitectónica que se diferencia del punto de vista occidental en el México antiguo, tomando en cuenta que no se desarrolla a partir del punto de fuga o de la perspectiva como sistema de pensamiento lógico-constructivo. Según Alberto, la arquitectura prehispánica se comporta como un suceso escultórico más que como un diseño arquitectónico utilitario, en tanto que su orden arquitectónico se percibe mediante su recorrido y deviene en un transito y desplazamiento de su habitabilidad; Mathias Goeritz coincide en esa idea al incorporar dicha cualidad en el diseño de su propuesta de museo experimental, en tanto que “espacio experiencial”, además de la estética rugosa de los muros y los elementos simbólicos que incorporó en el diseño, como la escultura de la serpiente que instaló en el patio del lugar. Esos elementos evocan a la arquitectura teotihuacana que Goeritz visitó previo a la construcción de El Eco, en donde las coincidencias del misterio de la forma del arte prehispánico y las características estéticas del expresionismo alemán, tuvieron lugar para la definición de la ya mencionada escultura habitable.
El proyecto denominado Volumen emocional de Alberto Gutiérrez Chong, es una propuesta que busca reconocer el campo de recepción de la obra artística desde un gesto inmaterial pero de amplia contundencia en cuanto a la transformación del monumento histórico. La intención radica en el reconocimiento del símbolo -como un homenaje para quienes construyeron el Museo Experimental el Eco- a setenta años de su fundación original. La idea consiste en plantear una reflexión vivencial de la concepción espacial del museo, es decir, dar la visión del lugar a través de su origen primigenio representado en el plano arquitectónico, transformando el espacio construido en una maqueta transitable dentro de sus dimensiones originales. Alberto Gutiérrez Chong utilizó una estética de planimetría arquitectónica y con ello, expone las características formales del recinto, evocando a la vivencia “emocional” señalando a dicho instante como la visión más importante en el proceso creativo de los artistas que han sido parte del lugar con su tránsito y acciones dentro del mismo. Los muros grises de El Eco se pintaron de color blanco haciendo visibles sus dimensiones, acotaciones, medidas, tal y como se especifican en un plano arquitectónico para su lectura y solución constructiva, también se pintó de blanco la emblemática estela amarilla del patio, transformando la apariencia histórica del recinto. Las líneas rectas y punteadas, los símbolos básicos, así como los datos esenciales fueron rotulados en la superficie del edificio, para entender el espacio interior del museo, desde una lectura que se codifica con el tránsito de la misma, evocando a la visión primigenia del proyecto arquitectónico en 1953, que a lo largo de setenta años ha redefinido ininterrumpidamente su “volumen emocional” con una emocionante vida cultural y artística.
David Miranda
Agradecemos el apoyo para la realización de este proyecto a Comex ColorLife
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ALBERTO GUTIÉRREZ CHONG (Ciudad de México, 1951)
Egresado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Su importante labor en la docencia lo ha llevado a impartir diversas materias del área de artes visuales en instituciones como: Museo Tecnológico, Normal Superior de Oaxaca, Escuela de Diseño del INBA, Comisión Federal de Electricidad, Universidad Metropolitana de Azcapotzalco en el área de ciencias y artes para el diseño y de la Escuela Nacional de Pintura Escultura y Grabado “la Esmeralda“ INBA.
Entre las distinciones que ha obtenido Alberto Gutiérrez destacan: Becario de Programa Creadores Intelectuales en el periodo 1991 1992, FONCA; artista residente en el Hafnarfjordur International Art Festival en Islandia, 1993; Seleccionado con el proyecto Contradiscurso: un espacio simultáneo. Octava emisión del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales del FONCA 1996 y miembro del Sistema Nacional de Creadores en las emisiones 1997 2000 y 2000 al 2003.
EMOTIONAL VOLUME
Body systems
Alberto Gutiérrez Chong
September 13, 2023 – January 14, 2024
Curator: David Miranda
“Echo” is the term that refers to an acoustic phenomenon that occurs when a sound wave reflects off a surface and returns as a repetition, helping us identify the dimensions and characteristics of a place beyond our sight. For Mathias Goeritz and Daniel Mont, the founders of the Museo Experimental el Eco, this phenomenon served as a metaphor for the social effects that art could produce for modern society. El Eco was envisioned as a place of exhibition and resonance in the field of art, ‘open to the artistic concerns of the contemporary world,’ as mentioned in the Emotional Architecture Manifesto written by Goeritz in 1953. Emotional architecture focuses on how it can generate ‘sensitive reactions’ in individuals and create meaningful connections with the environment. In this case, for the creators of El Eco, the primary function of this space should be to evoke ‘emotion.’ But what can we understand by emotion? Following the logic of artistic avant-gardes, emotion is the result of an experience stemming from an event in a kind of “expectant interest” when our aesthetic experience has not yet been encoded by a specific system and maintains its substance as a mystery that informs us more about our circumstances, all through the experience of our senses. From this idea, we can refer to what the philosopher Edmund Burke defined as “the sublime,” which in this case is defined by irregular forms and spaces with contrasting lighting. When traversed by its visitors, these spaces evoke a sense of unease in the face of what lacks a utilitarian functional logic, as its architectural form was conceived from the idea of a habitable and walkable sculpture that is activated by the proposals of the artists who participate in it.
According to the artist and educator Alberto Gutiérrez Chong (Mexico City, 1951), the walkable space is an architectural condition that differs from the Western viewpoint in ancient Mexico, considering that it does not develop from the vanishing point or perspective as a system of logical-constructive thinking. According to Alberto, pre-Hispanic architecture behaves more like a sculptural event than a utilitarian architectural design, as its architectural order is perceived through its journey and becomes a transition and displacement of its habitability. Mathias Goeritz coincides with this idea by incorporating this quality into the design of his experimental museum proposal, as an “experiential space,” in addition to the rough aesthetics of the walls and the symbolic elements he included in the design, such as the serpent sculpture installed in the courtyard. These elements evoke Teotihuacan architecture that Goeritz visited before the construction of El Eco, where the coincidences between the mystery of the form of pre-Hispanic art and the aesthetic characteristics of German Expressionism came together in defining the aforementioned inhabitable sculpture.
The project called “Emotional Volume” by Alberto Gutiérrez Chong is a proposal that aims to acknowledge the field of reception of artistic work through an immaterial gesture that has a significant impact on the transformation of the historical monument. The intention behind this project is to recognize the symbol as a tribute to those who built the Museo Experimental el Eco, seventy years after its original foundation. The idea is to present a experiential reflection of the museum’s spatial concept, in other words, to provide a vision of the place through its original architectural plan, transforming the built space into a walkable model within its original dimensions. Alberto Gutiérrez Chong used an architectural planimetry aesthetic to showcase the formal characteristics of the venue, invoking an “emotional” experience. This moment is highlighted as the most important vision in the creative process of the artists who have been part of the space through their journeys and actions within it. The gray walls of El Eco were painted white, making their dimensions, notations, and measurements visible, just as they are specified on an architectural plan for reading and construction solutions. The iconic yellow stela in the courtyard was also painted white, altering the historical appearance of the venue. Straight and dashed lines, basic symbols, as well as essential data were labeled on the building’s surface to understand the interior space of the museum from a reading that is encoded through its traversal, evoking the original vision of the architectural project in 1953. Over the course of seventy years, this project has continuously redefined its “emotional volume” with an exciting cultural and artistic life.
David Miranda