Tantra
Erika Verzutti
Febrero 8 – Abril 16
Curaduría: Tatiana Cuevas
El trabajo de Erika Verzutti (Sao Paulo, 1971) despliega un vocabulario de formas toscas y sensuales llenas de ingenio y desenfado. Su práctica ha transitado un camino de asociaciones que exploran afinidades inesperadas entre lo doméstico, lo orgánico, lo exótico, lo espiritual y lo monstruoso desde una evidente pulsión venusiana. A lo largo de más de dos décadas, Verzutti ha creado familias de esculturas –así las concibe, identificando algunas piezas como las abuelas de otras posteriores– que retoman con agudeza el trabajo de artistas como Tarsila do Amaral, Constantin Brancusi, Piet Mondrian, Phillip Guston, entre otros; al tiempo que se inspiran en elementos encontrados en la naturaleza como plantas, frutas, piedras y minerales, destacando sus posibilidades antropomorfas, su carga ritual y su relación con la memoria.
Hacia 2011, Verzutti integra a su práctica la producción de una larga serie de piezas híbridas entre escultura y pintura, modelando la superficie de tabletas rectangulares de barro que posteriormente vaciaba en bronce para intervenirlas pictóricamente jugando con la textura, el volumen y el color. En el proyecto desarrollado para el Museo Experimental el Eco, la artista optó por incursionar en el uso de un nuevo material –por primera vez en su trayectoria todas las piezas de la exposición están hechas de cerámica–, así como en un nuevo proceso de trabajo –serial, aunque reservándose el acabado pictórico final– que realizó en colaboración con la fábrica de cerámica Suro, ubicada en Guadalajara. En sintonía con los postulados de Mathias Goeritz sobre la utilización del color, la forma y la textura para determinar la manera en que percibimos y nos relacionamos con los espacios que transitamos, Verzutti ha producido una prolífera secuencia de tabletas que, a fuerza de repetición, genera un estímulo vibrante similar a un mantra meditativo que evoca sobre todo los dibujos tántricos de Rajastán, en el norte de la India. Derivado de los tratados ilustrados hinduistas del siglo XVI, el léxico de estas imágenes ha sido utilizado durante siglos para alcanzar un nivel superior de consciencia, así como para hacer amuletos de buena vibra que se cargan en el bolsillo.
Esta repetición secuencial y rítmica de elementos también está presente en las torres que ocupan el patio en convivencia con el monolito de Goeritz. Erigidas a partir de la colocación consecutiva de carambolas, granadas y berenjenas, estas torres se levantan como delgados personajes que habitan, miran y resguardan el mismo espacio que transitamos. Estas piezas forman parte de otra larga serie escultórica trabajada por Verzutti que retoma el simbolismo de las columnas infinitas de Brancusi, reconociéndolas como hitos del arte moderno al tiempo que las utiliza como elementos formales sobre los cuales ensartar sus frutas. Como menciona el curador y crítico de arte Paulo Herkenhoff, “Verzutti silenciosamente sobrepone su perspectiva feminista sobre el tótem fálico.”[1] Mediante diversas secuencias de frutas que se fusionan en un eje vertical claramente erecto, se revela la sensualidad de entidades ambiguas que evaden la binariedad de los géneros masculino-femenino. Al igual que en la familia escultórica de Venus realizada entre 2013 y 2017, en la que la artista revisitó la ancestral asociación de la fertilidad con la Venus de Willendorf, las entidades que aquí se presentan son voluptuosas, pero ambiguas –aluden tanto al falo como al útero– por lo que se presentan en proceso de revelarse sin asumir un género específico.
La sensualidad combinada de los relieves a muro y las columnas se entreteje como un Tantra (del sánscrito, significa telar, tejido o urdimbre). Dentro de las tradiciones del hinduismo y budismo, dicho término es una metáfora de la manera en que textos, teorías y enseñanzas conforman los hilos que se tejen para generar métodos, sistemas o prácticas que conducen a la revelación espiritual de la conexión del microcosmos con el macrocosmos, del cuerpo con el universo. Los mantras (sonoros) y yantras (visuales) representan a una o varias deidades complementarias para conducir la meditación y son un aspecto central de estas tradiciones. Con una extraña afinidad con el arte abstracto del siglo XX, estos esquemas evocan principios serenos y sublimes, dinámicos y terroríficos.[2] El óvalo, que alude a la forma fálica con la que se representa a Shiva (lingam), interactúa con Shakti (el principio femenino, la energía, madre de todo). Los dibujos tántricos integran así los opuestos: lo femenino y lo masculino, el día y la noche, la calma y el movimiento. Verzutti retoma la carga ritual y sensual de esta energía integradora para habitar el espacio interior y exterior de la arquitectura emocional de Goeritz con la posibilidad de revelar otras maneras de ver un cielo azul.[3]
Tatiana Cuevas
Agradecimientos:
Cerámica Suro, Galería Fortes D’Aloia & Gabriel, Amanda Rodrigues Alves, Alexandre Gabriel, José Noé Suro, Thomas Bourgat Ologaray, Celia Patricia Pérez López, Svenja Stamme, Marcos Ignacio Bastida Gómez, Iván López de los Santos.
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Erika Verzutti vive y trabaja en São Paulo.
En su trabajo, Verzutti combina tanto elementos como estilos disímiles. Puede trabajar con materiales clásicos como el bronce y la arcilla o algunos un poco más turbios como el papel maché y el cartón. Muchas de sus esculturas revelan una atención especial a la naturaleza a través del uso de moldes con formas de frutas y vegetales. Así mismo, otros trabajos surgen de temáticas actuales tales como encabezados de noticieros y fenomenología de internet.
Verzutti cuenta con una licenciatura en diseño industrial por parte de la Universida de Mackenzie (1991) y una maestría en bellas artes en Goldsmiths College (Londres, Reino Unido, 2000).
Ha tenido exhibiciones individuales en MASP, São Paulo (2021), Centre Pompidou, Paris (2019), Aspen art Museum, Aspen (2019), Pivô, São Paulo (2016), Sculpture Center, New York (2015); Tang Museum, Saratoga (2014) y Centro Cultural São Paulo (2012).
Entre sus exhibiciones colectivas, destacan: Bienal de Venecia #57 (2017), 32a Bienal de São Paulo (2016), 34th Panorama of Brazilian Art, Museu de Arte Moderna de São Paulo (2015), 2013 Carnegie International, Pittsburgh (2013), 9a Bienal do Mercosul, Porto Alegre (2013) y la #11 Biennale de Lyon (2011).
Su trabajo está presente en las colecciones de: Tate Modern, Londres; Carnegie Museum of Art, Pittsburgh; Guggenheim Museum, Nueva York; Museu de Arte Moderna de São Paulo y la Pinacoteca do Estado, São Paulo, entre otras.
Tantra
Erika Verzutti
February 8 – April 16
Curator: Tatiana Cuevas
The work of Erika Verzutti (Sao Paulo, 1971) unfolds a vocabulary made of witty- lighthearted-rough and sensual shapes. Her practice has travelled a road of associations that explore unexpected affinities between domesticity, organicity, exoticism, spirituality and monstrosity from the perspective of a conspicuous venusian passion. For more than two decades, Verzutti has created families of sculptures–that is how she thinks about them by identifying some pieces as the grandparents of others–that cleverly recover the works of artists such as Tarsila do Amaral, Constantin Brancusi, Piet Mondrian, and Phillip Guston, among others. Her projects are inspired by motifs taken from nature such as plants, fruits, stones, and minerals, highlighting their anthropomorphic possibilities, as well as their ritualistic connotations and their relation to memory.
In 2011, Verzutti incorporated to her practice the production of a long series of hybrid pieces between sculpture and painting. In these pieces she modeled the surface of rectangular clay tablets to then cast them in bronze and intervene them with paint, playing with textures, volumes, and colors. In her project for the Museo Experimental el Eco, Verzutti chose to venture into the use of a new material–for the first time all her pieces for this exhibition are made of ceramics–, as well as a new process–serial production, excepting the final pictorial finish–in collaboration with the Cerámica Suro factory, in Guadalajara. In tune with Mathias Goeritz’s postulates on the use of color, form, and texture to determine the way in which we perceive and relate to the spaces we walk through, Verzutti has generated a prolific sequence of tablets that, by dint of repetition, generate a vibrant stimulus akin to a meditative mantra strongly evocative of the tantric drawings of Rajasthan, north of India. Derived from late sixteenth century Indian illustrated treatises, the lexicon of these images has been used for centuries to reach a superior level of consciousness and to make good vibe charms for people to carry in their pockets.
This rhythmical and sequential repetition of elements is also present in the towers located at the patio, together with Goertiz’s monolith. Erected through the consecutive placement of star fruits, pomegranates, and eggplants, these towers rise as thin characters that inhabit, look at, and protect the space that we walk through. These pieces are part of another long sculpture series by Verzutti that recovers the symbolism of Brancusi’s infinite columns acknowledging them as seminal works of modern art, while also using them as shapes to skewer her fruits. As the curator and art critic Paulo Herkenhoff said, “Verzutti silently superimposes her feminist perspective on the phallic totem”.[4] The different fruit sequences are fused along a clearly erect vertical axis, revealing the sensuality of ambiguous entities that evade the masculine-feminine gender binary. Just as in Venus, a family of sculptures made by Verzutti between 2013 and 2017, where she returned to the ancestral association between the Willendorf Venus and fertility, the entities displayed here appear in the process of revealing themselves not assuming a specific gender.
The combined sensuality of the reliefs hanging from the walls and the columns is woven like a tantra (a Sanscrit word meaning loom, fabric or warp). In the traditions of Hinduism and Buddhism, the term is a metaphor for the way in which writings, theories and teachings shape the threads woven to generate methods, systems, or practices that lead to the spiritual revelation of the connection between the microcosm and the macrocosm, the body and the universe. Mantras (sounds) and yantras (pictures) are central to this tradition. They represent one or more complementary deities that guide meditations. With their strange resemblance to twentieth century abstract art, these drawings evoke serene and sublime, dynamic and terrifying principles.[5] The oval, an allusion to the phallic shape representing Shiva (lingam), interacts with Shakti–the feminine principle, energy, mother of everything. This is the way in which tantric drawings integrate opposing forces: the masculine and feminine principles; day and night; calm and movement. By recovering the ritualistic and sensual connotations of this unifying energy and placing it in the inner and outer spaces of Goeritz’s emotional architecture, Verzutti opens the possibility of revealing other ways to look at a blue sky.[6]
Tatiana Cuevas
Acknowledgements:
Cerámica Suro, Galería Fortes D’Aloia & Gabriel, Amanda Rodrigues Alves, Alexandre Gabriel, José Noé Suro, Thomas Bourgat Ologaray, Celia Patricia Pérez López, Svenja Stamme, Marcos Ignacio Bastida Gómez, Iván López de los Santos.