Mensajes M. G.

Exposición
15 junio, 2006

Para 1950, la esfera de la humanidad estaba dolida y hastiada de sus conflictos. La crisis de la Fe, reflejada en la dispersión de la fraternidad humana, en razón de ciertas ideologías y de algunas doctrinas materialistas, dieron como resultado la transformación de la mirada política, religiosa, económica  y social de los habitantes del mundo, permitiendo que ámbitos como la ciencia, la filosofía y el arte, evolucionaran de maneras diversas.

El arte se convirtió en zona fértil para la exploración de múltiples formas de lenguaje a nivel mundial, presentando en la escena, movimientos de vanguardia que  a su vez conformaron coincidencias estéticas en el campo. En México no se dio la excepción, sin embargo, la reflexión formal de la producción artística del país se encaminó más hacia el simbolismo, que hacia el problema del lenguaje de las disciplinas, como ocurría en otros países.

En 1957 Mathias Goeritz, ya había realizado su primer sudario -metáfora de la crucifixión-, con la intención de proponer a la obra del hombre como una oración plástica. La propuesta pictórica de Goeritz, entendida como la celebración de la materia por sí misma, se convirtió en un enunciado que conjugaba las formas simbólicas más esenciales: el círculo, el cuadrado, y el triángulo. La experimentación de estas formas inspiradas en los salmos bíblicos, conformaron una serie de Mensajes, en donde la abstracción formal daba cuenta de la divinidad etérea, concentrada en bastidores dorados de láminas perforadas, que se pueden interpretar como escoriaciones, llagas o estigmas. Espacialidades en donde la materia se  bifurca formando cruces, estrellas, círculos, y otros símbolos que pretendieron enunciar  “la casa de Dios en la tierra”, a la manera de los retablos novohispanos, traduciendo al hecho religioso como un hecho plástico que deviene en un evento estético, donde se vinculan ideologías diversas. Goeritz propone volver a lo profundo del gesto plástico, a partir de la contemplación del cuadro.

Estos Mensajes conforman un intento por reconciliar a la historia de la humanidad con sus valores mas estables, retomando la milenaria apuesta de representar lo sagrado. Quizá, la única manera que el hombre tiene de saber lo que es Dios, es a partir de su abstracción.

La presente exposición, es un conjunto de mensajes que constituyen un manifiesto personal de Mathias Goeritz, una invitación a la contemplación y reflexión de la presencia del hombre en el mundo en relación con su fin último.

David Miranda / Guillermo Santamarina


Mensajes M. G.