Agujeros y Esquinas
Alejandra Laviada
17 de febrero – 28 de marzo, 2010
Curaduría: Tobias Ostrander
Agujeros y Esquinas son dos series fotográficas de gran formato en color, realizadas por Alejandra Laviada entre 2007 y 2010. En Agujeros la artista retrata una serie de intervenciones que hizo en edificios abandonados; éstas consistían en agujeros redondos hechos en las paredes de cuartos vacíos, que permitían ver hacia las habitaciones contiguas. En esta serie, su cámara registra con gran detalle las superficies más cercanas al espectador, así como las texturas y los cambios de color que hay en las paredes de las habitaciones de al lado. Por su parte, Esquinas también documenta áreas en estos mismos edificios, pero se enfoca en los muros donde hay un contraste de color producido por las cornisas y los zoclos.
Desde el 2005 Laviada ha trabajado en diversos edificios del centro histórico de la ciudad de México. Estos viejos inmuebles, entre los que está el conocido Hotel Bammer, están por ser demolidos o totalmente remodelados. Para la artista, este tipo de construcciones son una evidencia de los ciclos urbanos de decadencia y renacimiento que caracterizan a la ciudad. En un principio, Laviada empezó a trabajar en esta peculiar forma de arqueología, registrando los objetos abandonados que quedaban en los edificios, como el rastro que habían dejado sus antiguos habitantes o testimonios del uso que se le había dado al lugar. Más adelante, comenzó a transformar dichos interiores en talleres temporales en los que montaba los materiales que había encontrado; para crear esculturas informales y precarias que documentaba por medio de la fotografía y después abandonaba, con la intención de que estas fueran desechadas o transformadas cuando se realizaran cambios en los edificios. La manera de trabajar de Laviada, al igual que sus intereses conceptuales, recuerda a distintos artistas de la década de los setenta, en especial a Robert Smithson y sus escritos acerca de la entropía y los ciclos de la vida de las estructuras urbanas. Smithson habló de cómo estos elementos pasan por un proceso continuo de construcción y decadencia, y de cómo las intervenciones artísticas en estos espacios sólo funcionan como un registro o una pausa dentro de un flujo de tiempo cíclico.
Las series fotográficas Agujeros y Esquinas, creadas al interior de los mismos edificios abandonados, también son resultado de estos intereses. La serie Agujeros le da continuidad al trabajo anterior de la artista, pero incluye la actividad destructiva de abrir boquetes en los muros. Estos trabajos evocan los cortes que Gordon Matta-Clark realizó en edificios abandonados de centros urbanos como Nueva York y París en la década de los setenta. Sin embargo, a diferencia de la intención escultórica y arquitectónica de Matta-Clark, así como de la obra que Laviada había producido antes, tanto Agujeros como Esquinas son series claramente pictóricas. Estas fotografías construyen un diálogo dinámico con la historia de la abstracción pictórica, pues nos remiten a las pinturas de gran formato del Color Field Painting producidas en los años cincuenta y sesenta, realizadas por artistas como Clyfford Still, Adolf Gottlieb o Bernett Newman.
Estos pintores de Nueva York —apoyados por el influyente crítico estadounidense Clement Greenberg— destacaban el plano del lienzo por medio de la aplicación de granades campos de colores brillantes sin modulaciones. Las composiciones de Laviada entablan un diálogo con la obra de este periodo por medio del uso de formas contundentes en colores intensos y contrastes: los círculos de bordes irregulares creados por los agujeros y las líneas de las molduras en las fotos de esquinas. Sin embargo, lo que resulta más fascinante es la manera en la que estas fotografías juegan con el plano, pues llevan a cabo una reducción dinámica de la profundidad. Mientras que en Agujeros cada una de las imágenes muestra la vista de un espacio a otro, la posición frontal directa de la cámara y el dramático contraste cromático entre las paredes de un cuarto y el siguiente aplanan la imagen, haciendo que el agujero se vea como una forma abstracta. Por su parte, en Esquinas son las líneas de las molduras y los zoclos retratados los que logran aplanar la imagen. Si bien lo que se presenta al espectador es una vista tridimensional de una habitación, estas líneas aparecen como formas independientes, por lo que generan otro plano visual que crea un efecto óptico de manera que el espacio aparece como un plano.
Ciertas corrientes del arte moderno tardío consideraban que el plano era una de las características que definían a la pintura, en una época en la que se pensaba en que todo el arte debía tender a la especificidad del medio. Al hacer que estas referencias se vuelvan evidentes en sus fotografías, Laviada da lugar a una reflexión en torno a la fotografía como medio y a las características que la definen como tal. Por tradición se suele definir a la fotografía según su función documental, pues es capaz de registrar situaciones únicas, encontradas. Al hacer evidente que los lugares fotografiados han sido intervenidos e incluir referencias directas a la pintura, estas obras de Alejandra Laviada hacen énfasis en el hecho de que se trata de imágenes construidas intencionalmente y, como tales, dan lugar a un juego con los límites y las convenciones que definen a la fotografía como medio.
Tobias Ostrander
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Alejandra Laviada (Ciudad de México, 1980) estudió pintura en Rhode Island School of Design y posteriormente obtuvo la maestría en Fotografía en School of Visual Arts, Nueva York. Ganó el Premio Photo España Descubrimientos (2009) con su serie de Foto-Esculturas, y la Bienal de Fotografía de México (2010). Su trabajo ha sido expuesto de una manera intermitente, incluyendo varios festivales de fotografía como Art+Commerce (2007), New York Photo Festival (2008), y el Festival de Fotografía de Hyeres en Francia (2009). Su trabajo se ha mostrado en la Revista New York Times, Wallpaper, Capricious, y American Photo, entre otros. Laviada es miembro del colectivo de fotografía Piece of cake (POC).
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Entrevista con Alejandra Laviada
Por David Miranda
David Miranda (DM): En los años setenta el artista estadounidense Gordon Matta-Clark realizó una serie de intervenciones en el espacio público conocidas como: Building Cuts (Cortes del edificio), que tuvieron lugar en edificios abandonados del estado de Nueva York, de donde se extraían secciones de sus muros, generando distintas composiciones que duraban sólo hasta que los restos del edificio eran derrumbados por el gobierno. Dichas obras quedaron en la memoria de cientos de personas y se siguen conociendo a partir de los documentos fotográficos que Matta-Clark produjo como parte del proceso artístico, mismos que permitieron la expansión de las posibilidades del trabajo escultórico de la época, proponiendo al objeto artístico como una situación singular y efímera. Una serie de intervenciones en la piel de los edificios abandonados dentro de la ciudad se presentaban como contrapeso de la cultura industrial que los enmarcaba. ¿Te sientes identificada con ese tipo de ejercicios de intervención urbana?
Alejandra Laviada (AL): Sí, las intervenciones son una parte fundamental de mi proceso creativo y fotográfico. Sin embargo, una intervención puede ser creada de distintas formas, y me interesa explorar estas variaciones en mi trabajo. Existe la intervención del tiempo en un espacio; la intervención accidental o involuntaria de alguien que pasó por el mismo lugar antes que yo; o la intervención premeditada que altera el estado de las cosas.
No me gusta tener que clasificar una intervención como urbana, social o de cualquier otro tipo; me identifico más con la intervención como parte de un proceso creativo, intervenir para crear algo. Puede ser en un espacio público o privado, en la ciudad o en el campo, en un espacio o con un objeto. Al intervenirlo lo volvemos nuestro, y esto nos permite jugar con la percepción que tenemos de lo que nos rodea.
Siento gran afinidad con el proceso creativo de Matta-Clark y de otros artistas de esa década, como Robert Smithson. Ambos tenían gran interés por combinar diferentes disciplinas artísticas en su trabajo, Matta-Clark desde un punto de vista arquitectónico, y Smithson desde una perspectiva más geológica-escultórica. Los Building Cuts de Matta-Clark son un híbrido de esculturas arquitectónicas que sobreviven como fotografías. La obra de Smithson es una especie de escultura terrestre o geográfica, la cual sobrevive gran parte también en fotografías. El común denominador en el proceso de todos es la intervención; el diferenciador es el papel que desempeña la fotografía en el trabajo de cada uno.
Para Matta-Clark, Smithson y otros artistas de los años setenta (podríamos incluir también el performance art), la fotografía era una manera de documentar su trabajo; un registro de sus acciones, que con el tiempo las reemplazaba como objetos de arte. La fotografía era un medio y no un fin en el trabajo de estos artistas. Servía como un documento posterior a la creación de la pieza, y no se le daba mucha atención a la calidad de las imágenes. Se podría decir que para ellos la intervención era un fin, y la fotografía un medio.
Para mí es lo opuesto; las intervenciones son parte de mi proceso fotográfico, son un medio para construir una imagen. La imagen siempre sustituye a la acción, pero en mi trabajo, la acción no se completa sin la imagen.
DM: Dentro de la serie de trabajos fotográficos que presentaste en el Museo Experimental el Eco titulados Agujeros y Esquinas, se pueden encontrar distintas composiciones, a partir de la observación y transgresión de los muros interiores de edificios abandonados ubicados en el centro de la ciudad de México. Estas fotografías se abstraen del lugar donde suceden, resultando en imágenes de un carácter más pictórico que documental. ¿Cómo se relaciona el lenguaje pictórico y el lenguaje del arte acción con tu trabajo artístico y cuáles son tus influencias al respecto?
AL: Empecé mi carrera en la pintura, esto ha influenciado enormemente mi proceso fotográfico. Me gusta la idea de construir una imagen y no simplemente documentar algo que ya existe. Para lograrlo, recurro a la intervención o a la abstracción, buscando la manera de transformar lo cotidiano.
Siempre me ha interesado combinar diferentes disciplinas artísticas en mi trabajo y tratar de borrar las barreras que existen entre ellas. Admiro el trabajo de aquellos artistas que logran plasmar sus ideas en diferentes medios, o el de los que crean objetos híbridos que eluden definición alguna.
Me interesa explorar la relación de la fotografía con otros medios artísticos, como la escultura o la pintura. En Agujeros y Esquinas (que ahora se llama De-Construcciones), hay un diálogo fuerte entre la fotografía y la pintura, en especial con la pintura minimalista y el Color Field Painting de los cincuenta y sesenta.
El lenguaje pictórico tiene más peso que el del arte acción en mi trabajo, pero ambas influencias vienen de mi formación en la pintura. Cuando hice la transición entre la pintura y la fotografía extrañé la parte física de la pintura (pienso en Jackson Pollock para ejemplificar la interacción y la acción de la que hablo). Esta acción puede compararse con el lenguaje del performance, o con la acción de hacer hoyos en los muros que llevé a cabo para crear la serie de De-Construcciones. Cuando empecé a intervenir los espacios que fotografiaba, sentí que logré incorporar la parte física de la pintura a mi proceso fotográfico.
DM: ¿Cómo entiendes al ejercicio fotográfico, como documento de un evento efímero, o como la construcción y composición de una imagen?
AL: Creo que cada fotógrafo tendría una respuesta distinta a esta pregunta y todas serían correctas. Para mí, la construcción y composición de una imagen es primordial. La mayor parte del tiempo no estoy fotografiando un momento, sino que estoy creando algo que quiero fotografiar. Parto de una idea, de una intervención, a veces premeditada, otras no. Para mí ,el reto es: ¿Cómo construir una imagen para transmitir una idea? Constantemente estoy pensando ¿cómo puedo transformar una realidad?, ¿cómo intervenirla y hacerla mía?
DM: ¿Qué tipos de narrativas te interesa producir cuando construyes una imagen?
AL: Depende del objeto o del espacio que estoy fotografiando, pero me interesa cambiar nuestra percepción de las cosas, transformar lo cotidiano, plasmar una idea en una imagen; transmitir en sentimientos lo que no podemos describir en palabras, divertirme, jugar…
DM: ¿Cuál es tu interés por la ciudad y cómo te involucras con el lugar donde trabajas?
AL: Me interesa mucho cómo va cambiando la ciudad y el lenguaje urbano que la define. Para cada proyecto, busco espacios que están en transición (que están en proceso de ser demolidos o remodelados) y los utilizo como un estudio temporal durante un periodo de tiempo indefinido. A veces trabajo con una idea y luego busco el espacio adecuado para llevarla a cabo. Otras veces encuentro primero el espacio y de ahí surgen las ideas de cómo intervenirlo. No tengo un juego de reglas fijo, ya que cada espacio es distinto y me gusta tener la libertad de cambiar o experimentar en mi proceso.
Últimamente se ha vuelto cada vez más difícil encontrar los espacios que quiero fotografiar en el momento preciso (a veces llego demasiado tarde y ya empezaron con la obra); el reto ahora es llevar mis intervenciones a otro tipo de espacios y continuar con las ideas que he estado trabajando.