Hace algunas semanas la capital mexicana pudo ver, ¡por fin!, cuatro exposiciones de carácter internacional; cuatro muestras de gran interés que de una u otra forma eran espejo de las preocupaciones o de las individualidades estéticas de hoy en día. Las exhibiciones a que me refiero son, sin lugar a dudas, la de Litografías, de José Luis Cuevas, con el tema del asilo, de Charenton, donde estuvo confinado el celebérrimo Marqués de Sade; la de Estructuras Musicales, que fue alojada en el Museo Universitario de Ciencias y Artes; la Vilipendiada “Confrontación 66”, que hace un balance de la pintura joven mexicana que se presenta en la Galería Aristos, también dependiente de la Universidad Nacional.
Esta última muestra merece atención porque es un movimiento importante, quizá efímero, pero internacional, de artistas y de poetas, en donde se enriquece la plástica con el uso de la tipografía y de todas aquellas combinaciones que se desprenden de ésta. Un movimiento así, de jóvenes, en el que se trata de fusionar, de mezclar y de integrar la poesía, o bien las letras poéticas dentro de lo convencional de la pintura, ofrece un campo amplísimo de experimentación, un infinito mundo de comunicaciones que se pueden hacer cambiar, sin lugar a dudas, la faz de lo que corrientemente llamamos arte.
Evidentemente, esta experimentación gráfico-poética tiende a llenar aquella necesidad o aquella función del arte al servicio o en beneficio de la vida. Un arte con el cual se hacen objetos o elementos funcionales acordes con las vertiginosas y audaces necesidades de la actualidad, es decir, que sea el factor indispensable en la sociedad actual.
Evidentemente, esta integración de varias artes, parte de la gran lección que al mundo dio el famoso Bauhaus, de Gropius, en donde se reunieron una serie de artistas con el fin de crear un arte al servicio del hombre y en donde el Diseño Industrial fuera la manifestación colectiva de los actos artísticos de la era contemporánea.
Pintores, arquitectos, músicos, diseñadores, escritores y poetas dieron bases para la fusión de las artes que redunda siempre en la creación de obras llenas de espiritualidad, que desligadas de las expresiones individuales fueron y son reflejos vivos de una época, de una sociedad y de un arte que por sus propios postulados tiende a desaparecer en cuanto tal, en cuanto a ser la expansión de tendencias que no llevan a ningún fin desde su caótico principio.
A semejanza del Bauhaus, el grupo de artistas que hacen la Poesía Concreta, tienen ilimitados campos para que sus inquietudes, unidas a un grupo espiritual, puedan canalizarse y hacerse partícipes de esas necesidades de la época mencionada líneas arriba. Todas estas inquietudes y estos experimentos van encaminados a ser servidores de la colectividad, proporcionarles, con sentido práctico, una aplicación a los requerimientos fundamentales de los hombres.
Por eso, en esta gama de posibilidades caben las que pueden experimentar los arquitectos, al emplear los elementos que de la tipografía se extraen. Con las formas de las letras, que en sí son ya portadoras de una belleza especial, se puede lograr, y ya se han logrado, algunos ejemplos, al integrar la poesía concreta, es decir, las miles de maneras y de combinaciones que con las letras se pueden hacer, para la creación monumental de vitrales, de rejas, de celosías, de murales y de decoraciones integradas a los espacios y a los planos arquitectónicos.
De las infinitas posibilidades de esta poesía, se exhiben magníficos ejemplos, que van desde lo que se podría llamar en verdad poesía, como Il Pleut de Apolinaire, hasta la aplicación de las combinaciones tipográficas en su uso para el servicio de la humanidad; servicio de exornar, de hacer belleza de un conjunto de letras unidas con un propósito de comunicación que es la genial celosía o banda mural que, para el Museo experimental “El Eco”, realizó Matías (Werner) Goeritz (Bruenner).
En su singular desnudez, en su simplicidad expresiva, esta celosía lleva a la belleza de lo cotidiano, que son las letras del alfabeto, a su última posibilidad, que es la de compartir y devenir, una serie de combinaciones de una belleza sin igual. Este movimiento de Poesía Concreta Internacional, es la primera vez que se presenta en América del Norte, ya que en los mismos Estados Unidos próximamente se presentará. En la muestra están representados 21 países, entre ellos, México, Brasil, Estados Unidos, Francia, Alemania, Inglaterra, Dinamarca, Suecia, Checoslovaquia, etc.
*Este texto es una transcripción de un artículo publicado en el periódico Excélsior en 1966 que Mathias Goeritz envío por correo postal a Hansjörg Mayer. En el sobre también mandó algunas fotografías de la exposición de Poesía Concreta Internacional organizada por Goeritz en la Galería Aristos (UNAM) y en la que ambos participaron, de la que habla el artículo.