La globalización se instala como modelo económico en el mundo, modelo que mas temprano que tarde, se adoptará en Guatemala, la economía basada en el consumo masivo requiere de consumidores sin capacidad de ejercer juicios objetivos, lo que importa es comprar, ya sean refrescos gaseosos, comida chatarra, o como se le ha llamado desde el Colectivo Los Metafóricos, Arquitectura Chatarra.
Para la arquitectura la posmodernidad presentó una dicotomía entre lo que Tzonis y Frampton llamaron Regionalismo Crítico y otra linea concentrada en la imagen, con la intención de salir de la obscuridad de la abstracción, se recupera el ornamento, “menos es aburrido” diría Venturi. Sin embargo, esta situación saldrá de control ocasionando la venganza del ornamento, como la llama Darién Montañez.
Desde el punto de vista urbano, las políticas de privatización y de reducción del Estado, dan como consecuencia una ciudad que crece bajo lo que le impone la dictadura del mercado inmobiliario, sin ninguna regulación, las mínimas intenciones de planificación urbana están hechas a la medida de los desarrolladores, quienes anteponen el beneficio individual ante la calidad de vida de la colectividad.
Esas condiciones son propicias para que la relativización impere, ya no hay principios ni ética, solo el culto al dinero, esto también alcanza a los principios de diseño, dejando relegada una mínima intención de buscar nuevos conceptos. El multi citado dicho “en gustos se rompen géneros”,
es la excusa para disfrazar una desvergonzada ignorancia, esto en cuanto a las personas que son sujetas de crédito.
Pero quienes son expulsados del modelo económico, ocupan de manera informal los espacios más vulnerables y de menos plusvalía de la ciudad; por su parte, los que deciden marcharse a buscar el “sueño americano”, enviaran remesas para edificar casas y demostrar que han triunfado en la odisea, pero con nostalgia saben que nunca habitaran, como se indica en la Arquitectura de Remesas: Signos de éxito, sueños de retorno.
La perdida de valores y sin marcos filosóficos que delimiten la ética, la lógica, la estética, la epistemología y la política, difícilmente se podrá hacer frente a nuevas guerras, ahora a la corrupción, el narcotráfico, el racismo, el cambio climático.
En muchos aspectos, Guatemala aún permanece en el siglo XIX, sin embargo el calendario marca ya la tercera década del siglo XXI y se vive en una pesadilla de la cual es muy difícil despertar.