Pabellón Eco 2018: concursantes y veredicto

El Pabellón Eco 2018 es la octava edición de este concurso que, desde 2010, se propone como un espacio para la reflexión de la arquitectura mediante una construcción temporal dentro del patio del Museo Experimental el Eco para albergar un programa de actividades abiertas al público. La emisión actual se articuló a partir de la idea de arquitectura pura, bajo un planteamiento propuesto por el arquitecto Isaac Broid. 

Saber hacer, Isaac Broid

Debido a múltiples y diversas razones —la complejidad de las reglamentaciones locales, la diversidad de nuevos productos, la “democratización” en la conformación del espacio público, corrupción en trámites de licencias, la escala de los nuevos proyectos— las nuevas visiones que deseamos como sociedad han derivado en que los rumbos que requiere tomar la arquitectura se hayan igualmente multiplicado y diversificado.

El Pabellón Eco ha sido fiel reflejo de los roles que abiertamente han asumido las nuevas generaciones de arquitectos. En 2016 fue APRDELESP quien propuso, según el jurado “un proyecto de parque público titulado Parque Experimental el Eco, mediante la colocación de una serie de elementos de uso cotidiano y pasto artificial… que destaca la importancia de los visitantes como participantes activos en la construcción de esta intervención”.

En 2015 el Pabellón nos invitó a hacer conciencia como ciudadanos del papel que el agua tiene en el futuro de la CDMX. En el veredicto del jurado se lee “Paradoja Hídrica […] utiliza la oportunidad del concurso del pabellón para desarrollar una investigación más amplia […] con la de las problemáticas urbanas más urgentes de la Ciudad de México. Se trata de una pieza que involucra una serie de gestiones y negociaciones por parte del museo y de los autores para entablar de manera crítica el tema del agua en la ZMVM”.

En el 2014 los concursantes planearon una integración directa con el público. Todos ellos reflexionaron sobre cómo la arquitectura debe involucrarse con otras disciplinas para que sea realmente útil para la sociedad. Es esa, indudablemente, una necesidad para el ejercicio de la arquitectura en el siglo XXI. Aunque ese “ver fuera” de nuestra disciplina ha hecho que nos olvidemos de nosotros mismos. También es cierto que en esta época de “yoyísmo” (ver hacia tu interior, comer sano para “yo” estar sano, yoga para tener paz interior, audífonos siempre conectados para aislarme del desastroso mundo exterior, involucramiento en redes sociales aislado del espacio físico colectivo), hemos sido un tanto contradictorios en cuanto a que nos hemos volcado para ver el exterior y nos olvidamos de nuestra propia “paz interior”. Nos hemos vuelto más estrategas y menos arquitectos pues nuestro oficio se ha relegado en aras de ser más “globales”, más “engranes” dentro de una maquinaria compleja.

Sin tratar de menospreciar ese rumbo que ha enriquecido nuestra profesión, el concurso Pabellón Eco 2018 abre su convocatoria a volcar la mirada hacia el interior de la disciplina, a reflexionar en el hacer, en el construir, en el dominio del oficio, en el control de productos y materiales, en la habilidad por saber “fabricar” un proyecto de arquitectura.

Del Duomo de Florencia a la ópera de Sídney hemos sido testigos que las grandes estrategias han requerido del conocimiento del oficio para poderse implementar. A eso invoca esta convocatoria. El tema “Saber hacer” vuelca la mirada hacia las bases más elementales del hacer arquitectura con la intención de reivindicar el papel que el dominio del oficio juega en el quehacer de los arquitectos en este siglo.

***

En julio de 2017 se abrió una convocatoria nacional para la cual se recibieron 128 portafolios de arquitectos y estudios de arquitectura de todo el país. Se llevó a cabo una primera etapa de selección en la que participaron: Isaac Broid, El Eco (Paola Santoscoy y David Miranda), Buró—Buró (Jorge Munguía) y el artista Sebastián Romo. De esta primera etapa se eligieron a 6 finalistas, quienes presentaron un proyecto el 27 de noviembre del mismo año. Los seis proyectos finalistas fueron:

Álvaro Lara

Casa blanca

Lanza

Taco

TO

Práctica arquitectura

Álvaro Lara

La propuesta para el Pabellón Eco intenta hacer una integración al lenguaje del museo creado por  Mathias Goeritz, manejamos el uso de líneas radiales surgidas principalmente de tres puntos para continuar con la planta arquitectónica, se propone la integración del pabellón como un patio tradicional creado dentro del patio contemporáneo existente, trasmitiendo así la sensación de estar en otro lado totalmente cuando se esta dentro de el, sin dejar de cumplir con la funcionalidad, ser un espacio que contiene actividades como los patios centrales de las casas en México, en donde se reúnen propios y extraños. Su base geométrica nos sirve para realizar de una manera sencilla la construcción de tres muros a base de celosías de ladrillo rojo rematada con una cubierta de madera a modo de porticado. Con estos sencillos elementos queda definido el nuevo espacio arquitectónico, que contempla una zona de tránsito, una de contemplación y un foro principal de actividades.

La materia principal para la propuesta es el tabique rojo ya que este material cumple con dos características, una es la identidad en la construcción en México y la otra son  sus características modulables, siempre ha tenido la posibilidad de generar distintos ritmos en sus acabados y posibilidades para su uso en la construcción, como lo es la materia base para todos los oficios, tenido usos tan distintos como el estructural, térmico o estético, características que se han perdido en los materiales contemporáneos que son pensados como materiales de uso y desecho y que carecen de  identidad, el uso de la celosía nos da una posibilidad infinita de usos, sensaciones y funcionalidad, así ha sido utilizada por años  de forma vernácula (arquitectura sin arquitectos) por los trabajadores de la construcción que sin tener la disciplina de la arquitectura a sabido aprovechar sus característica a través del oficio, creando espacios extraordinarios a muy bajo costo. 

La cubierta se  diseña para ser un pórtico de transición de espacio cerrado de la sala principal del museo al espacio abierto del patio trasmitiendo la sensación del claro-oscuro de su transición, dando una continuidad a la galería principal del museo, construida de madera y petate (palmas secas), integrando oficios que se desarrollan en distintas zonas del país,  debajo se pueden crear distintas actividades y se transforma en parte del espacio de contemplación, donde se ubica la silla Acapulco dirigiendo su vista hacia el cuadro que enmarcan los dos muros y el porticado rematando en la torre amarilla, objeto principal y protagónico del patio del museo.

La cubierta da la sensación de esta flotando de uno de sus lados, creando una ilusión óptica, este detalle técnico se diseño encontrando el centroide de todo le peso de la cubierta dando así una solución rápida y económica para su construcción.

La propuesta esta integra por el manejo del pensamiento a través de las manos y el conocimiento que se adquiere por la constancia creando conocimiento y haciendo lo que nosotros  llamamos “Arquitectura” 

Casa Blanca

Transformar el mundo del patio con un gesto sencillo, mediante la disposición de simples elementos de su común imaginario, recordando los elementos esenciales que articulan y perfuman el vacío de los patios tradicionales mexicanos, como lo son, el pórtico, la banca y la fuente, buscando enaltecer su belleza y sus fieles habitantes, los árboles y su sombra, los pájaros y su canto, que acompañan parpadeantes al gigante amarillo que custodia el vacío.

El pórtico, como elemento articulador del patio, brinda sombra y cobijo al visitante, buscando equilibrar la vertical, mediante lo terrenal; enfatizando la horizontal. El manto como resguardo, ligero, conformado por capas que mistifican la luz natural, tiene una escala que invita a tener un contacto más directo con el cuerpo, acentuando la presencia del muro.

A manera de carpa, la luz se transforma en estructura, el elemento se soporta por tensores que le dan un ambiente de teatralidad mesurada al espacio, buscando tratar el sentido de lo escénico con mucha prudencia, que solo es develado por la luz misma, en su centro, intacto, seduciendo la mirada a la contemplación del espacio, acercando a la persona al espíritu del lugar en un acto de humildad al sentarse, bajar la voz y sentir el suelo, escuchar el silencio y el murmullo del canto de la fuente, o acercarse al vacío y contemplar el cielo, la copa de los árboles y la torre.

Su textura y tejido, buscan trabajar el legado de la mano artesana, que con su técnica, ha otorgado las esencias que dotan de carácter a la arquitectura popular de nuestro país, para así, mediante nuestra intervención, valorizarlo, en un proceso continuo, evolutivo e indirecto, develando una condición efímera reflejada en su ligereza, sublimándonos en una experiencia más elemental del habitar.

La propuesta es un primer acercamiento hacia un camino que apenas comienza, en la búsqueda del reequilibrio entre naturaleza y artificio, lo urbano y lo rural, es momento de una pausa para sentirnos completos desde nuestra individualidad, y así poder compartir nuestra humanidad.

LANZA

PATIO VS. PABELLÓN

El patio es un lugar de encuentro al aire libre, rodeado por paredes que lo separan de la calle o por el propio edificio del cual forma parte. Aunque en ocasiones combinado con galerías, verandas o porches, su principal característica es la de no tener techo.

El pabellón, por el contrario, es el refugio en medio de lo natural, originalmente una cubierta leve y temporal. Su nombre proviene del latín papilio o mariposa, ya que así se designaba en la época medieval a la suntuosa tienda de campaña del señor, una estructura ligera en un espacio abierto y con una función secundaria.

En 1956, durante la exposición This is Tomorrow en la Whitechapel Art Gallery de Londres, Alison y Peter Smithsons junto con los artistas Nigel Henderson y Eduardo Paolozzi, crearon la instalación Patio and Pavilion. Un conjunto de referencias, objetos y materiales agrupados según la dualidad de lo cubierto y lo abierto. El Patio y el Pavilion eran para los Smithson, el ying y el yang de la arquitectura.

Patio y Pabellón son conceptos opuestos, el patio, un vacío en medio del lleno, el pabellón, un lleno en medio del vacío. Ante el desafío de realizar un Pabellón dentro de un Patio, proponemos fusionar ambos conceptos. Realizar un proyecto que cubra el vacío pero que a su vez conforme un nuevo patio dentro del primero con una lógica próxima a lo fractal.

Inspirados por la temática de esta edición del concurso Pabellón Eco, hemos querido renunciar al diseño de un objeto autónomo o de un programa de usos, para enfocarnos en trabajar con la arquitectura del propio Museo. Para ello, nos centramos en estudiar el elemento arquitectónico que con su evolución constructiva ha marcado la historia de la arquitectura, el techo.

De este modo, el pabellón que proponemos carece de planta baja y surge como consecuencia lógica del patio en el que se sitúa. Podría pasar desapercibido como parte integral del inmueble del Museo El Eco y sin embargo modificará radicalmente la experiencia del visitante atento, que nunca ha vivido este espacio, bajo una condición de horizontalidad que deviene del quedar situado entre dos planos paralelos, el piso y el techo. 

La planta libre, aportación tan relevante del Movimiento Moderno, no fue solamente una novedad constructiva sino la formulación teórica de un nuevo principio espacial que permitía que el espacio quedase conformado por diferentes acontecimientos en diferentes posiciones. Este proyecto propone mantener libre la planta del Pabellón Eco, y ofrecer al patio una infraestructura de cubierta que lo cualifique para la temporada primavera-verano.

LA IMPORTANCIA SIMBÓLICA Y PRÁCTICA DEL TECHO

Queremos proporcionar en palabras de las bases del concurso, “una estructura que tenga un diálogo dinámico con el inmueble original y que ofrezca protección de las condiciones climáticas y un juego con el sol”.

Teóricos y arqueólogos sugieren que, de todos los elementos que componen la arquitectura construida, el techo fue el primero en aparecer. El paso fundamental en la transición entre la sociedad nómada-recolectora y la civilización sedentaria que evolucionó hacia lo urbano. Cuando Dios expulsó a Adán del Paraíso […] lo arrojó desnudo, según Filarete, a las inclemencias del tiempo. Ante la fría lluvia que arreciaba, se llevó las manos a la cabeza para protegerse, esbozando el primer techo a dos aguas.1 Los grandes tratadistas de la arquitectura, desde Vitruvio hasta Viollet le Duc, analizaron la transformación de los elementos naturales, ramas, hojas, pieles, en “construcción”. O sea, la superación de la mímesis de los refugios animales por la invención humana.2 En la evolución del techo, se produce un paso de lo funcional a lo simbólico, de lo orgánico a lo geométrico. Esta propuesta quiere conjugar la definición técnica de una cubierta con su potencial representativo. 

Se plantea una estructura metálica compuesta por vigas primarias a base de perfil estructural de 2”x 6” de 50cms de altura y ángulos estrucurales de 2” x 3”. Sobre las dos armaduras principales, se sueldan armaduras más livianas que trabajan en cantilever. A lo largo de los muros perimetrales del patio se disponen grapas metálicas en U que apoyan sobre los pretiles. Entre las grapas y los muros se coloca neopreno que evita dañar los mismos. 

Soldados a las grapas, perfiles tubulares de (24.00 ml) de 2”x8”, soportan el entramado de vigas. Bajo la estructura, se tensa un plafón de lona reforzada amarilla lisa a una altura de 6.50 m sobre el piso del patio.

EL TECHO PERDIDO DEL PATIO

El patio monumental es frecuente en la arquitectura de la Antigüedad, como los templos egipcios o el palacio de Cnosos en Creta, que evolucionarían en los patios de las construcciones palaciegas del Renacimiento. Mientras este tipo de elementos urbanísticos se llaman cour, cortile o courtyard en otras lenguas, el término que designa al patio doméstico de origen mediterráneo procede del latín patium y se refiere a un área sin techar situada en el interior de un edificio, considerado muchas veces como un espacio común en la arquitectura popular del Mediterráneo y por extensión en la arquitectura colonial americana.

En 1952, Mathias Goeritz se compromete a hacer un edificio que incluyera “una galería de arte, un bar y un restaurante, así como dos esculturas en coordinación con el proyecto arquitectónico”.3 El patio no aparecía estipulado en el contrato como un objetivo a cumplir y sin embargo se convirtió en el corazón del Museo. El propio Goeritz declararía, “Se perdió espacio en la construcción de un patio grande, pero éste era necesario para culminar la emoción una vez obtenida desde la entrada. Debe servir, además, para exposiciones de esculturas al aire libre. Debe causar la impresión de una pequeña plaza cerrada y misteriosa, dominada por una inmensa cruz que forma la única ventana-puerta. 

Introducir en este lógica el concepto de cubierta (que entronca con la obra de grandes maestros de la modernidad mexicana como Félix Candela, Pedro Ramírez Vázquez o Carlos Mijares) permite usufruir el patio al máximo durante la estación de lluvias. El crear un nuevo patio dentro del patio original remite a la lógica del propio edificio y de Goeritz. Mientras proyectábamos, imaginamos que el techo de El Eco pudiese regresar cada año para eventos especiales o para las semanas de más sol y lluvia, siguiendo el ejemplo de la plaza La Petatera4 en Colima que desde hace 150 años se levanta en dos semanas, se utiliza y se guarda.

CONSTRUIR PERCEPCIÓN

Para Goeritz el “Saber hacer” incluía no sólo trabajar con la materialidad sino también en el plano de las emociones que la percepción del espacio provoca. El color y la iluminación principalmente, condicionan el ambiente despertando ciertos sentidos en el ser humano. El color y su interacción con la luz son, en nuestra propuesta, unos de los materiales de construcción básicos para el espacio.

En su influyente texto de 1963, Interacción del color, Josef Albers describe dos fenómenos relacionados: la imagen posterior y el contraste simultáneo. Cuando estamos expuestos a una intensa experiencia de color durante un período prolongado de tiempo, nuestros ojos (nuestro cerebro) se ajustan. Si esta experiencia de color vuelve repentinamente a la normalidad, durante unos instantes podemos darnos cuenta de cómo estábamos compensando.

Lo que aprendemos de Josef Albers parece tal vez muy simple: el contexto informa la percepción. El ojo humano es capaz de distinguir millones de colores, pero la agudeza cromática total, es decir la capacidad de distinguir un color fuera de cualquier contexto, es una habilidad más rara que el tono perfecto, o la capacidad de distinguir una nota musical sin ningún contexto sonoro. Según el artista estadounidense James Turrell, la enseñanza de los colores que hoy en día se basa en la rueda de colores, debería hablar sobre las frecuencias de luz de cada ojo, y sobre el contexto de visión en el que alcanzan el ojo, porque así es como percibimos el color.

UN OBJETO SIN MATERIA

Hemos querido dejar el patio de El Eco, vacío. Al menos vacío de materiales que reposen en el piso. Sin embargo, el techo que proponemos con sus entradas de luz a través del nuevo patio con su faldón perimetral de 2.5 metros y a través de la fachada principal, crea llenos y vacíos en el espacio. O mejor dicho, nuestro cerebro los crea al percibir. 

La parte inferior del techo estará pintada del mismo tono de amarillo que Goeritz escogió para la torre y también para otras obras icónicas como el Pájaro de fuego en Guadalajara o el Muro amarillo en Tlanepantla. El amarillo es el más claro de todos los colores vivos y ningún color es tan poco estable como el amarillo, ya que un poco de rojo lo convierte en naranja, un poco de azul en verde y un poco de negro lo vuelve café. 

En contraposición, la parte exterior del techo y de sus faldones estará pintada de un gris semejante al de los muros del patio.

Cuando el público se acerca a la ventana-puerta desde la galería principal, apenas conseguirá ver un elemento vertical gris que parece flotar en el aire. Sólo al salir al patio y cruzar este espacio iluminado descubrirá el techo amarillo. La experiencia será muy distinta en cada momento del día fomentando la observación y la contemplación.

EL VALOR DE LA CONSTRUCCIÓN

En las últimas semanas, todas las nuevas iniciativas parecen hacer referencia a los sismos del 7 y 19 de Septiembre en el país y a los valores ciudadanos que estos acontecimientos motivaron. Resulta especialmente relevante que esta edición del concurso esté enfocada en el dominio del oficio arquitectónico, el control de materiales y la habilidad de fabricación, tan fundamentales en esta época en la que la eficacia constructiva es y va a ser crucial para México.

Construir un techo que pueda guarecernos, es un tema universal que en este caso se vuelve metáfora de las necesidades actuales de muchos ciudadanos. El Fondo de Desastres Naturales (Fonden) anunció que se entregarían hasta 120 mil pesos para la reconstrucción de cada vivienda con pérdida total debida a desplomes, rupturas o desplazamientos de los cimientos y socavación del terreno. Este año, el Pabellón El Eco debe estar resuelto con un presupuesto máximo de $150,000 M.N. incluyendo el montaje pero no el desmontaje. Existe un paralelismo conceptual que remite a la idea de museo público como la casa de todos.

Nuestro desafío pues, con este proyecto, es conseguir una eficiencia constructiva ejemplar, un desempeño ideal durante las 8 semanas de instalación y asegurar un buen uso de la estructura una vez desmontada.

Práctica arquitectura

Es importante estar en la constante búsqueda de espacios que cautiven, que atrapen emociones, lugares silenciosos que tengan mucho que decir. Hay veces que olvidamos la capacidad de reflexión que da un lugar cuando sabe hablar con su pre-existencia, cuando da cobijo y nos deja perder el ritmo del tiempo. Esa búsqueda nos lleva a descubrir la serenidad en el espacio, el silencio que no se calla, el lugar introspectivo que nos dé oportunidad de sentir y recordar, no de ver.

Nuestra premisa es una reflexión hacia la experiencia en el tránsito y la demora en el lugar. Replantear la sorpresa trabajando la relación del interior con el exterior, continuando el recorrido y redescubriendo la intimidad del patio, transformando su recuerdo para expresar una emoción diferente del mismo lugar. Cualquier intervención debe crecer con facilidad desde su sitio, debe mostrar una integridad espiritual que se extienda de su ambiente. 

Trabajamos momentos del museo. El primero ocurre en el ventanal, se incorpora un nuevo muro con las mismas cualidades de los existentes para dejar solamente la mitad del vano, oscureciendo un poco el interior para entender que no ha terminado el recorrido y mostrar sólo un vistazo de la transición que continúa. Al salir, se presenta el primero de cuatro muros de tierra, con cortes horizontales que parten la luz y cubren el muro de sombra que cambia durante el día,  con texturas que nos traen recuerdos individuales, alejándonos un poco del color, y acercándonos al tacto y al olor. El sonido de nuestros pies con el piso ya no es el mismo, una cama de tezontle que cubre el barro nos hace caminar con más atención, nos deja escuchar nuestros pasos. Durante el nuevo recorrido encontramos desfases en los muros, no se tocan, dejan el espacio suficiente para mantener la intimidad en la experiencia y continuar descubriendo. El momento de dejar el recorrido lo decide cada persona.

La culminación del recorrido es la experiencia del patio reinterpretado, sigue siendo un patio, pero ya no son las mismas emociones, la reflexión del espacio cambia para dar lugar a nuevas memorias. La pre-existencia sigue visible, pero ya no estamos en contacto con ella, sólo nos recuerda el lugar donde estamos. 

En la época que vivimos, un edificio “aburrido” es un edificio con algo importante que decir. La respuesta a las formas que atrapan la atención sólo por un instante, es un espacio que se desenvuelva lentamente, en silencio.

Así como el ECO fue una respuesta emocional a la arquitectura funcional. Este ejercicio sigue siendo una respuesta emocional a la arquitectura formal.

TO

ORIGEN Toda obra que logra una profunda belleza a través de la simplicidad, de la contundente síntesis y de una sugestiva abstracción, nace de un espíritu complejo, de una reflexión rigurosa y exhaustiva. El emocionante interior de las torres de Satélite habla de ese origen; su potente belleza se debe en parte al descubrimiento de su lógica constructiva, a descifrar que sus entrañas vacías las hicieron posibles. Nuestro pabellón es una reflexión que gira en torno a ese pensamiento. 

PABELLÓN Un plano hecho de platos de cobre, que desde arriba se aprecia como una superficie limpia y reflejante, como un eco del piso de cuarterones de barro, y que desde abajo otorga una nueva manera de habitar el patio, dejando al desnudo la tectónica que le permite soportarse. Se construye una nueva atmósfera de sombras, reflejos y sonidos cambiantes. Es un instrumento que aterriza tangentemente y baila en el espacio. El museo aloja durante dos meses un campanario. 

ENTRAÑA Nos atrae la idea de que el proceso de construcción sea totalmente legible, conocerlo y mostrarlo desde su origen. La trama de varillas arma un sistema estructural estable, que permite el movimiento, admite el temblor. Su contacto permite activar la colisión de los platos para generar sonido. El habitante es músico y espectador. 

PIEL El cobre es un elemento puro que se moldea a base de fuego y martillo, guarda una alquimia que se devela al entrar en contacto con el sol. Guardamos en la estima más alta al oficio artesanal que lo trae a la luz. La estela de Goeritz se vuelve un testigo exento de esta piel que llegó para reflejarla. Se descubre desde la calle, como un reflejo en los tres muros grises existentes, al culminar el recorrido del largo pasillo de acceso como un primer reflejo en el plafón del museo. La forma del plato es diseñada para permitir sonidos y resonancias, ecos de una arquitectura silenciosa. 

INSTRUMENTO El bosque provoca una nueva ocupación del espacio. Un laberinto lúdico que se puede tocar, agitar. El plano parte del elemento horizontal de la cruz del ventanal y termina a una altura de 1.95m para confinarnos y luego liberarnos en un área abierta y flexible, desde la que se re-descubre la solemnidad y la escala original del espacio, con la inclusión de este nuevo plano reflejante. Sístole y diástole desde la calle, el pasillo, la entrada y la salida. 

FINAL Al día de mañana el Pabellón es 100% reutilizable. Las varillas irán a la construcción. Los 144 platos se venderán y todo el dinero recaudado será donado. Son piezas de gran belleza, valor artesanal y sus usos son infinitos.

TACO

Existen diversas posturas en torno a la relevancia que tienen los materiales, los detalles constructivos y la calidad de ejecución en una obra de arquitectura. Si bien es cierto que los elementos mencionados no garantizan la producción de obras de arquitectura completas si no van acompañados de una conciliación adecuada entre los elementos que conforman el espacio como tal; igual de cierto es que la percepción de un espacio puede ser aniquilada por una desafortunada especificación y calidad ejecutiva.

La postura general de la intervención es trabajar con el patrimonio tangible e intangible y potenciarlo, para que a la vez éstos potencien la intervención… la relación de reciprocidad que existe entre la arquitectura y su contexto.

Partimos de una preexistencia construida de gran valor arquitectónico y artístico que contiene la intervención. Gran parte de las propuestas que se han proyectado para Pabellón Eco han implicado estructuras que modifican la percepción espacial del patio. En esta ocasión optamos por honrar el espacio como tal (sus proporciones, sus relaciones, su capacidad y su funcionalidad) y experimentaremos con los materiales que lo definen. Con esto ponemos sobre la mesa una discusión sobre el efecto de la materialidad en la percepción global de la arquitectura y, como consecuencia, entender las intenciones emocionales del edificio a través de la ausencia de su materialidad original… misma que recuperará en pocos meses.

Para esto planteamos tres estrategias que enumeraremos a continuación para clarificar los propósitos detrás de cada una de ellas:

Monocromía integradora. Queremos que en esta edición el Museo Experimental pase de ser el anfitrión del Pabellón Eco, a ser parte activa del mismo. En este sentido, se propone un mantenimiento extra-ordinario de la pintura de los muros exteriores del edificio con la misma pintura negra especificada por el autor, pero de forma monocromática para suavizar las jerarquías de los elementos construidos. Quizá esta sea la más polémica de las estrategias, sin embargo es completamente reversible y no compromete la integridad física ni intelectual de la obra, si tomamos en cuenta que la pintura que tiene hoy tampoco es la de 1953. Esto generará una discusión hacia el cómo tratar los edificios patrimoniales… si lo correcto es congelarlos en el tiempo, o se les permite continuar acumulando experiencias. La acción irá más allá de un registro digital o impreso, pues quedará grabada en un estrato del edificio, adhiriendo el momento a su historia y transformando lo efímero en memoria palpable.

Transfusión cromática. El color amarillo característico de la icónica estela se trasladará a un artefacto cotidiano de escala doméstica, pieza utilitaria simple y a la vez compleja, símbolo popular del descanso y la relajación en el sureste mexicano, que pasará a ser trascendente debido al contraste que generará con su entorno, y que a la vez será indicador de nuestra procedencia socio-cultural: la hamaca. Ésta podrá ser usada por los visitantes ya que permanecerá colgada por medio de un par de horquetas que se empotrarán a una placa circular de concreto negro bruñido que denote la mano de obra artesanal mexicana, la cual funcionará como escenario para diversos eventos, durante los cuales se recogerá la hamaca y se dejará colgada en una de las horquetas. Los expositores deberán vestir del mismo amarillo, mientras que los asistentes deberán vestirse de negro; con el fin de hacerlos partícipes de la intervención.

Abstracción del suelo. Dos elementos históricos característicos del suelo de la Ciudad de México y sus alrededores son sus volcanes y sus cuerpos de agua. La propuesta de pavimentos pretende recuperar el contacto histórico del habitante de la región con el agua, misma que se almacenará en una serie de elementos lineales metálicos negros de origen industrial que se colocarán perimetralmente en las aristas entre los muros y el piso, de manera que sus cualidades reflejantes produzcan un efecto de plazoleta flotante. Ésta estará conformada por una capa de gravilla negra de origen volcánico permeable, que por el simple hecho de transitar sobre ella se enriquezca la experiencia sensorial, haciéndola evidente al tacto y al oído, reconfigurando sutilmente su volumetría en cada visita que se realice. La gravilla se colocará sobre una geomembrana o loneta económica para no maltratar el pavimento original.

Si la lectura final es la de una propuesta factible realizada por unos yucatecos para un pabellón experimental en un edificio de Mathias Goeritz ubicado en la Ciudad de México, entonces habremos cumplido con el objetivo básico de ser una práctica que fundamenta su trabajo en el contexto.


Veredicto del jurado del Pabellón Eco 2018

El pasado lunes 4 de diciembre de 2017, el jurado integrado por el Arq. Isaac Broid, la Arq. Rozana Montiel, el artista Diego Pérez, Jorge Munguía (director de Buró—Buró), Paola Santoscoy (directora del Museo Experimental El Eco) y David Miranda (curador del Museo Experimental El Eco), se reunió en las instalaciones del museo con el objetivo de seleccionar el proyecto ganador para el Pabellón Eco 2018.

El jurado reconoce la muy alta calidad del trabajo entregado por los seis participantes y celebra la diversidad de visiones y planteamientos plasmados en sus propuestas.

Valorando conjuntamente criterios de discurso, estética, programa, seguridad y viabilidad, se hizo el fallo por decisión unánime a favor del proyecto:

“Campanario” del estudio T O

*T O es el taller de arquitectura, establecido en la Ciudad de México, que dirigen José Amozurrutia y Carlos Facio. En esta misma fecha,  la propuesta de taller T O para el Pabellón de la Feria de las Culturas fue seleccionada para edificarse en el Zócalo.

Mención honorífica 

El jurado también quiere destacar y otorgar una mención honorífica a:

“La memoria del espacio” de Práctica Arquitectura


Pabellón Eco 2018: concursantes y veredicto