El Museo Experimental el Eco presenta la séptima emisión del PABELLÓN ECO, una invitación a jóvenes arquitectos mexicanos a realizar una intervención arquitectónica en el patio del museo. El PABELLÓN ECO, en colaboración con Buró–Buró, es un proyecto que, con la construcción de un espacio temporal, busca ampliar la programación de encuentros artísticos y multidisciplinarios; así como generar un diálogo con el edificio original. Este concurso promueve el progreso y la reflexión sobre el espacio y la arquitectura en México.
En la primera etapa del concurso anual se sostuvo una convocatoria abierta y se recibieron alrededor de 150 portafolios provenientes de 20 Estados de la República y 5 de fuera de México. El Museo Experimental el Eco y Buró-Buró revisaron los portafolios, realizando un apreselección, en busca de experimentación y reflexión espacial, uso creativo de materiales, experiencia y calidad de las propuestas contenidas en los portafolios.
Se convocaron a 5 concursantes para hacer propuestas par el Pabellón Eco 2016: LANZA Atelier, SLHF, Rubén Valdéz, Andrés Stebelski y APRDELESP.
LANZA Atelier

Queremos cuestionar la dualidad interior-exterior como condición que divide a las personas. Los que están dentro son por definición diferentes de los que están fuera. Sin embargo nosotros consideramos que esta separación espacio-temporal es relativa.
Queremos desdibujar esa distinción en la construcción de nuestras ciudades y nuestros espíritus.
3 TESIS que planteamos
el interior y el exterior pueden ser la misma cosa
Una botella de Klein3 es una superficie abierta que no tiene interior ni exterior. Su aspecto es como el de una botella normal, pero la abertura que da a la parte exterior gira y se interseca consigo misma, convirtiéndose en interior.
En 1882 el matemático alemán Felix Klein, describió por primera vez la botella de Klein. El nombre original del objeto no fue el de botella de Klein (en alemán Kleinsche Flasche), sino el de superficie de Klein (en alemán Kleinsche Fläche). El traductor de la primera referencia al objeto del alemán al inglés confundió las palabras. Como la apariencia de la representación tridimensional recuerda a una botella, casi nadie se dio cuenta del error.
la misma cosa puede adoptar dos morfologías diferentes
La obra The Rubber Rubbed (2014) del arquitecto libanés Charbel-joseph H. Boutros ilustra una acción auto-reflexiva “una goma que generalmente se utiliza para borrar, opera aquí su función sobre sí misma”. 4
las superficies pueden ser profundas
En su proyecto para la iglesia de Santa María presso San Satiro en Milán (1488), Donato Bramante consiguió resolver las dificultades que presentaba un solar demasiado reducido utilizando, por primera vez en la arquitectura, un juego perspectivo o trampantojo en las pinturas del presbiterio fingido, que falsea las proporciones de la iglesia y produce una sensación de profundidad insólita. 5
EL PABELLÓN
El material a partir del cual se desarrolla el Pabellón para el patio del Museo El Eco es el propio patio del Museo El Eco.
Tomamos las superficies que limitan el patio —un perímetro de 58 metros lineales con tres alturas diferentes— y las reproducimos partiendo del cancel en cruz y tomando su altura media como referencia.
Para acomodarse al espacio contenido en el patio, los 58 metros de superficie deben deformarse adoptando una morfología orgánica. Curvarse permite que la nueva superficie de lámina muy fina, sea autoportante y se estructure sola.
El perímetro antes cerrado se abre. La oposición dentro-fuera se disuelve.
3 OPERACIONES que realizamos
1. Cortar
Proponemos convertir el rectángulo cerrado y estable del patio en una línea abierta dinámica y adaptable para posibilitar una permeabilidad total entre el interior y el exterior.
De igual modo que para convertir una cinta en una banda de Moebius es necesario cortarla primero, para liberar el perímetro de su condición de contenedor es necesario incidir sobre él en un punto.
2. Despegar
Despegando la superficie de las paredes del patio la independizamos de las mismas. De este modo la línea de 58 m de longitud se convierte en un instrumento de medida y de activación.
La operación de levantar la última capa de una construcción remite a la idea de arqueología y de investigación arquitectónica. Es un gesto de curiosidad que propone sacar a la luz lo que habitualmente permanece oculto. La cara de atrás del muro, la estructura, la lógica constructiva.
Navegando a la deriva, el perímetro ahora aislado, encuentra un posicionamiento alternativo en el patio. Su nueva morfología conforma otros espacios de posibilidad y provoca una nueva relación con el conjunto.
3. Atravesar
El patio del Museo Experimental El Eco fue proyectado Mathias Goeritz con dos accesos, la gran “ventana-puerta” con el cancel en cruz que remite al gran ventanal que da al jardín en la casa de Luis Barragán, y la pequeña puerta situada detrás del muro vertical pintado de amarillo, que dirige al visitante directamente hacia el Poema plástico compuesto de tres estrofas.
Ambos accesos constituyen las únicas perforaciones en el perímetro del patio y tienen una lógica espacial y emocional que es reformulada ahora de un modo contemporáneo, con una nueva orientación y localización dentro del patio. Las perforaciones que antes posibilitaban la entrada y salida del recinto, funcionan ahora como umbrales de paso entre los diversos espacios del Pabellón.
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Una línea abierta contiene topológicamente infinitas versiones de sí misma. En el caso de los 58 metros lineales que corresponden al Patio de El Eco, el objetivo no era llegar a la mejor forma para el simulacro del perímetro, pues consideramos que no hay una forma mejor que otra, sino a la forma que pudiese posibilitar una cierta variedad programática con espacios generosos.
Quisimos ofrecer:
-un espacio de llegada desde la galería principal del museo donde los visitantes descubran el Pabellón,
-un espacio para actividades íntimas con un número reducido de personas,
-un espacio de contemplación y encuentro, ideal para la instalación de una pieza de arte, agua o plantas,
-un espacio principal o foro con capacidad para 200 personas donde puedan tener lugar las distintas puestas en escena y proyecciones.
Las aberturas existentes en el patio, gran ventana-puerta y puerta menor, se reproducen en el nuevo muro de lámina negra de acero, permitiendo el paso a través de los espacios. De esta manera no hay un dentro y un fuera del Pabellón. Salir al Patio significa entrar en el Pabellón y el Pabellón ocupa todo el Patio.

Los 58 metros de superficie de lámina negra arrojan sombra sobre aquellos espacios que conforman, acondicionándolos para que puedan ser utilizados a cualquier hora del día. En el caso de lluvia, los visitantes se dirigen a la sala principal del Museo pudiendo observar el Pabellón desde el interior como un espejismo de la monumental pieza La serpiente de Mathias Goeritz con la que se inauguró el Museo.
El Pabellón que proponemos es un recorrido de descubrimiento y sorpresa en el que unos espacios van desembocando en otros sin jerarquía, en un orden elegido por el visitante. Se trata de una experiencia sensorial que ofrece texturas y efectos lumínicos y de una experiencia espacial que resignifica el propio contexto, ya que deriva directamente de él.
Con este simulacro real queremos homenajear y tensionar el espacio visionario y propositivo del Museo Experimental El Eco.
SLHF

Ya hacía la etapa madura de su trabajo, Mathias Goeritz afirmó que la arquitectura, para ser considerada como tal, debía generar una emoción verdadera; postura sin duda radical dado el contexto específico de las artes en México, que abonó a la discusión del día y abrió la brecha para toda una corriente plástica desencantada con el devenir de ciertas ideologías modernas. Sin embargo, medio siglo después, cabe preguntarnos ¿en que radica el atributo de verdadero cuando de una emoción se trata?, ¿dónde está el referente que me permite verificar que, de entre la infinidad de emociones dadas, esta es verdadera? Nuestra propuesta de pabellón para el Museo Experimental del Eco nace de ese entusiasmo que su autor encontró en la búsqueda de aquello que él sentía había sido vaciado de la arquitectura, y a la vez hace de dicha búsqueda una potencia crítica que abre la posibilidad a pensar sobre la naturaleza del espacio en la medida que éste se manifiesta sólo desde la interioridad de quien lo ocupa.
¿Qué significa que el espació sólo se manifieste desde la interioridad de quien lo vive? De ninguna manera proponemos una radicalidad subjetiva del espacio, al contrario, pensamos en la objetividad del contexto que cada quien trae consigo al ocupar un espacio, y cómo este contexto se materializa en la percepción sensible de dicho espacio: es aquí donde se abre la brecha entre lo emocional y las emociones, donde se vuelve posible hablar de la emoción verdadera e imposible sentirla. Se abre una distancia inconmensurable entre lo absoluto de la emoción y lo particular de mis emociones; pero, ¿cómo hacer visible esta brecha? Nuestra propuesta pone en escena el intento de materializar la noción de escala, en su acepción matemática, como herramienta que quizá ayude a hacer visible lo inmedible de lo emocional.
En sus Cartas de Egipto, Claude Etienne Savary ofrecía una regla para visitar las pirámides, escribía que no debe uno de acercarse demasiado a ellas, ni tampoco alejarse demasiado, si lo que se quería es ser capturado por la emoción total de su magnitud. Un marco se dibujaba, entonces, a partir de la relación entre el tamaño de las pirámides y la distancia del observador, existiendo un punto justo en que la relación entre éstas dos medidas abría una ventana que permitía sentir la emoción que surge entre el alejamiento que me impide ver la parte, y el acercamiento que me impide ver el todo: ahí, en ese punto en que las pirámides, como objeto en el espacio, me rebasan, soy desbordado por la emoción.
Partiendo de lo anterior, proponemos escalar la obra de Goeritz; no sólo el museo, sino su obra plástica también: jugar con la escala como aquello que surge de la relación entre quien percibe y los objetos que se le aparecen. Hacer del escalamiento la mesura operativa cuya potencia de extrañamiento abra la posibilidad para que se piense cómo aquello, que es exterior a mí, me afecta a partir de mi relación con los objetos y de la relación entre ellos que sólo existe en tanto yo la proyecto; posibilidad que, al jugar con la automatización cotidiana de esas relaciones, a partir de un simple ejercicio de escalamiento, las desestabilice, y entonces no sólo las piense, sino que también las sienta.
Esta propuesta para un pabellón en el Museo Experimental El Eco, consiste en tomar prestada La Ciudad Infinita de Mathias Goeritz, aumentando sus dimensiones a tal grado que sus espectadores se encuentren frente a la imposibilidad de abarcar la totalidad de la pieza.

Mediante la operación de cambiar de escala, cruzar el ventanal e invadir el patio, llevaremos las dimensiones de la pieza original -que se mantendrá dentro de los límites del museo- hasta los límites del propio patio para, de esta manera, saturar el espacio y la visibilidad. En su nueva condición, los pliegues de La ciudad infinita, antes mero objeto de contemplación, acogen ahora al visitante, posibilitando nuevas dinámicas dentro del espacio del patio, cuyas dimensiones obligan al espectador a recorrer la pieza en estrecha cercanía.
Aranza de Ariño, Pamela Piedras
APRDELESP

“Para mí, un ser humano es la unidad más esencial.” Mathias Goeritz
El Parque Experimental El Eco es una invitación a usar el Museo Experimental El Eco –un espacio institucional– de una manera cotidiana. Ligado a la concepción original del museo, el parque pretende expandir los límites espaciales a través del cambio del material en el piso y la habilitación de una serie de objetos ordinarios (infraestructura cotidiana), que inviten a la mayor cantidad de gente a utilizarlo para cualquier evento3. Así, el mismo visitante se convierte en colaborador activo durante su construcción.
¿Cómo se pueden expandir los límites del espacio actual y a la vez mantener la libertad experimental de su función?
Elegimos una serie de objetos ordinarios que nos ayuden a probar esto (y de los cuales podríamos prescindir del que sea o elegir otros diferentes), que únicamente sugieran o faciliten dinámicas. Nuestro interés se basa en las posibilidades de que pasen más cosas (por ejemplo: ver a unos niños jugando con el agua de una alberca inflable mientras sucede una plática sobre la ciudad).

La intervención se plantea como un todo inacabado –parque más museo durante tres meses–, y no como un nuevo espacio ni como un espacio dentro de otro espacio.
*El Parque Experimental El Eco también es una protesta a la arquitectura de los espacios públicos de la Ciudad de México y a la vez un espacio para el diálogo.
Rubén Valdéz

“El espacio que habitamos, que nos hace salir fuera de nosotros mismos, en el cual justamente se produce la erosión de nuestra vida, de nuestro tiempo y de nuestra historia, este espacio que nos consume y avejenta es también en si mismo heterogéneo. En otras palabras, no vivimos en una especie de vacio, en cuyo seno podrían situarse las personas y las cosas. No vivimos en el interior de un vacio que cambia de color, vivimos en el interior de un conjunto de relaciones que determinan ubicaciones mutuamente irreductibles y en modo alguno superponibles(……)Pero lo que me interesa son, entre todas esas ubicaciones, justamente aquellas que tienen la curiosa propiedad de ponerse en relacion con todas las demás ubicaciones, pero de un modo tal que suspenden, neutralizan o invierten el conjunto de relaciones que se hallan por su medio señaladas, reflejadas o manifestadas. Estos espacios, de algún modo, están en relación con el resto, que contradicen no obstante las demas ubicaciones…..”1
La propuesta se compone de dos espacios, el imaginario y el real divididos por un muro de tierra cimbrado, una diminuta puerta y dos escalones. Al dividir el patio se crea la expectativa de lo que descubriremos al otro lado, representando el espacio mismo en nuestra imaginación, abriendo la puerta a idealizaciones de las posibles situaciones que encontraremos una vez que atravesemos el muro, al mismo tiempo que percibimos el espacio en el que nos encontramos. La transición entre el espacio real y el imaginario puede hacerse solo a través de la creación de ambigüedad y contradicción respecto al contexto, de manera que sus cualidades y defectos se vuelven mas evidentes, la transición se vuelve mas significativa y se convierte en un espacio por si misma.
El paso entre lo real y el imaginario, se hace a través de una pequeña puerta curvada, para pasar a través de ella es necesario subir y bajar un escalón ritualizando la transición y al mismo tiempo cuestionando el simbolismo del monolito amarillo y su posición dentro del espacio. El muro y la puerta sub-dimensionada cambian por completo la percepción de la escala en ambos espacios, acercándola a una escala mas humana que llega casi al absurdo, creando una contradicción entre las dos escalas del recinto y por ende exhaltando la muy particular escala que originalmente lo compone. De la misma manera la curva de la puerta nos hace darnos cuenta del paisaje totalmente rectilineo que nos rodea.

En la transición la verdadera composición del muro de 80 cm de espesor se hace evidente, cualidad que es solo visible a través del piso de tierra del pasaje (que no esta cimbrado), marcando aún mas a través de la diferencia de materialidad, la contradicción de la transición entre un espacio y otro. La tierra es contenida entre paneles de madera de pino pintados ligeramente de color rosa, su lenguaje discreto deja suficiente lugar para que diferentes practicas artísticas puedan llevarse a cabo en cualquiera de los lados del muro.
Al otro lado del muro encontramos el monolito y un espacio amplio y vacio, mucho sol. El recuerdo del espacio mas reducido y menos asoleado nos espera del otro lado del muro. Quizás algo esta por ocurrir del otro lado, quizás ya ocurrió.
A través de la ambigüedad y la ficción, la propuesta redefine la dinámica del patio al mismo tiempo que dialoga con el. La espectativa, la sorpresa y la desilusión.
Un muro, una puerta y dos escalones.
Andrés Stebelski

Como un eco que retumba entre los altos muros del patio del Museo Experimental El Eco, seis nuevas torres emanan de la torre amarilla o “rayo de sol”, como solía llamar Mathias Goeritz a este elemento escultórico cuando lo diseñó en 1953.
Como un eco, estas torres ocuparán y transformarán temporalmente el espacio; durante diez semanas de la primavera bailarán con sus sombras y las de los vo- lúmenes existentes en el patio del Museo, creando así el Pabellón Eco 2016. Un juego de volúmenes descendientes que evocan la obra de Goeritz , un juego de sombras, un juego de espacios….
¡Qué frescura tener un lugar cuyo objetivo máximo es experimentar y jugar con vo- lúmenes, formas, texturas, transparencias y espacios, para así crear sensaciones, sentimientos y comunicar belleza!
Me alegra que a su vez otros puedan experimentar este espacio -ahora intervenido- apropiárselo, transformarlo aunque sea por algunos instantes, algunas semanas. Gracias Eco por existir…
Si bien es un verdadero reto intervenir este patio, también es un reto para quienes lo utilicen en sus diez semanas de vida. Me pregunto: ¿Cómo lo transformarán? ¿Cómo se lo apropiarán? Es ahí donde esta propuesta se vuelve interdisciplinaria, donde las intervenciones generan algo más.
Me gusta la idea de que mi proyecto no dicte dónde habrá un escenario, dónde se sentará la gente, dónde se bailará, dónde se proyectará.
No quiero que sea una intervención “individualizada e intelectual” que necesite explicarse. Me gusta que los espacios hablen por sí mismos, que puedan ser rein- terpretados por los artistas y los visitantes que los usarán.

Propongo una condición espacial distinta a la actual: una serie de volúmenes que dialoguen con lo existente pero que a la vez transformen el espacio del patio por unas semanas y… ¡a ver qué pasa!
Me recuerda un juego que solíamos jugar de niños, en el que nos sentábamos en círculo para contar una historia común. Alguien la iniciaba y cada niño inventaba un nuevo fragmento. Cada quien intervenía y con cada elemento la historia se volvía más interesante. A veces nos gustaba lo que decía el otro, a veces no. Al final todos estos fragmentos generaban un todo: una historia que jamás podría haber sido ideada por una sola persona.
Imagino este proyecto como este juego, donde Mathias Goeritz inició la historia con una condición espacial. Yo propongo añadirle algo. ¡A ver qué proponen los artistas y visitantes que lo van a ocupar!
No conozco el final de esta historia, pero mientras genere belleza y evoque senti- mientos estaré satisfecho.
¡Muchas gracias por dejarme ser parte de este experimento y poder contar una frase de la historia de El Eco!
Veredicto del jurado del Pabellón eco 2016
El pasado lunes 7 de marzo de 2016, el jurado integrado por el Arq. Marcos Mazari, director de la Facultad de Arquitectura de la UNAM; la Arq. Loreta Castro Reguera, directora de Taller Capital y Coordinadora del Taller Hídrico Urbano de la Facultad de Arquitectura de la UNAM; el artista Pablo Vargas Lugo; Jorge Munguía, director de Buró-buró y Paola Santoscoy, directora del Museo Experimenta el Eco se reunió en las instalaciones del Museo Experimental el Eco con el objetivo de seleccionar el proyecto ganador para el Pabellón Eco 2016.
El jurado reconoce la muy alta calidad del trabajo entregado por los 5 participantes y celebra la diversidad de visiones y planteamientos plasmados en sus propuestas.
Valorando conjuntamente criterios de discurso, estética, programa, seguridad y viabilidad, se hizo el fallo por decisión unánime a favor del proyecto:
Parque Experimental El Eco de APRDELSP.
El jurado también quiere destacar con una mención el proyecto de Lanza Atelier:
Simulacro de la superficie que limita el patio.